martes, 1 de enero de 2013

MISERIA, Columna para La República


El Presidente Santos nos sorprendió hace unos días en una de sus intervenciones recordándonos que Colombia bien podría alcanzar el índice de miseria más bajo de su historia. Se refería el índice planteado por Okun a mediados del siglo XX, y que define la miseria como la combinación del desempleo y la inflación, ya que una sociedad que tenga alto desempleo y alta inflación está claramente condenada, porque aquellos que no estén empleados tendrán muy pocas posibilidades de satisfacer sus necesidades básicas.

En este esquema, se suma la tasa de desempleo y la tasa de inflación de un país, y se obtiene el índice de miseria; bajo esta premisa el presidente tiene razón, si bien no sabemos a cuanto llegaran los datos de inflación y de desempleo, con los datos a noviembre (2,8% y 9,7% respectivamente) el índice de miseria llegaría a estar por debajo de los 13 puntos (casi toda la OCDE lo tiene bajo 10), lo cual según la estadística nacional seria el dato más bajo en los últimos 60 años con datos oficiales; sin duda en la primera mitad del siglo XXI pueden haber otros casos pero existen serias complicaciones con las fuentes.

El indicador más allá de ser debatible como indicador de miseria o bien el modelo previo a la misma ley de Taylor, nos deja ver que Colombia ha cambiado mucho en los últimos años y no propiamente por obra de este gobierno. Desde 1990 la inflación en el país ha tenido una caída sostenida gracias a las medidas tomadas por la política monetaria, que es liderada de manera independiente desde el Banco de la República; más cabe anotar que del 1990 a 1998 mientras bajaba la inflación aumentaba el desempleo, condición que se revierte en 1999 cuando el desempleo toma un camino similar a la inflación.

Así, es evidente que con mejor inflación y menos desempleo los hogares en Colombia se alejan de condiciones de miseria, y el indicador muestra lo correcto; más el indicador es limitado en mostrar cuál es el indicador de población que vive en miseria en Colombia, y si bien las cifras del gobierno nacional muestran mejoras en estos datos, de manera relativa la miseria en Colombia no ha cambiado significativamente, ya que existe una gran población viviendo en pobreza e indigencia y sin duda la desigualdad en Colombia sigue siendo el gran reto.

Es cierto que logramos bajos niveles de inflación y de desempleo, pero estamos lejos de reducir la miseria en Colombia; es claro que el presidente se refería al indicador, lo cual es loable, pero el uso del término es demasiado complejo para una realidad como la colombiana; quizá vale la pena repensar el nombre para el país o simplemente mostrarlo como la suma de dos indicadores que de por si son matemáticamente complejos de sumar (una variación más una participación, un hecho vertical y uno horizontal); lo cierto es que vamos por un buen camino, quizá lento pero por un buen camino.

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