Claramente no soy un colombianista pero he aprendido que los colombianos tenemos cosas propias de nuestra identidad como las Chivas, los jeepaos, la ruana, el sombre vueltiado, y también tenemos acciones y frases que nos identifican como colombianos en cualquier lugar del mundo, como el “sumercé”, “chévere”, “carajo”, y frases como “bueno, bonito y barato” o “casa, carro y beca”, o algunas falsas sentencias populares como “de eso tan bueno no dan tanto” o “más vale ser cabeza de ratón que cola de león”.
Durante más de 10 años he escrito en este espacio columnas de opinión y reflexión política, económica, filosóficas, familiares, cotidianas e incluso personales, y en los últimos 3 años he añadido un párrafo final que llamo colombianada, dejando ver una ejemplo cotidiano de lo que la columna plantea desde nuestra cotidianidad, a veces haciendo uso de frases populares, o simplemente resumiendo la columna en un ejemplo claro de nuestras acciones como colombianos.
Un buen amigo, un caricaturista colombiano, me hizo reflexionar que en muchos casos hablar mal del país o sarcásticamente estaría mal, porque deja una imagen negativa de nuestra nación; sin duda tiene razón, pero creo que las colombianadas son aquellos actos que nos identifican como únicos, y que por sus particularidades simplemente no son ni buenas ni malas, simple son como son; por ejemplo que los caleños digan “pam”, o que los cachacos tomemos las onces (que son las 11 letras de la palabra aguardiente), o el decir popular de “deje así”; al final estás descripciones no son más que pequeñas, pero duras y críticas, seudo caricaturas de nuestra realidad; comprendo que caricaturizar una cultura puede ser atrevido más es una forma personal decir la esencia de la columna.
Para mí, la colombianada no quiere ni ofender a nadie ni ser peyorativo con el país, simplemente ser una metáfora que explique cómo somos en un tema en particular por medio de nuestra cotidianidad; de hecho, comúnmente digo que muchas cosas son “herreradas”, porque se presentan como partes de mi personalidad, sin ser buenas ni malas, simplemente mías.
Así, simplemente quiero explicar a quién lea este espacio y no haya comprendido el sentido de ese acápite, que sólo tiene como fin ser concreto, usando nuestros rasgos propios como elemento literario.
Colombianada: al pan, pan, y al vino, vino, porque el pan con vino se ve espantoso, aunque sabe rico.
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