sábado, 30 de junio de 2018

¿CÓMO SER CONSTANTE ANTE EL CAMBIO CONTINUO?, Especial para P&M

Las cosas cambian a velocidades asombrosas y se nos pide que seamos constantes. Esta es la dicotomía que tienen muchas empresas en el mundo que se deben adaptar a los cambios, sin poder cambiar, ya que el mercado y sus consumidores le piden que no cambie, pero que cambie continuamente.

Ejemplos de cambio y adaptación hay muchos, como el caso de los carros de Tesla, que demuestran que el problema no es el automóvil per se, sino el combustible; las gaseosas con endulzantes diferentes al azúcar, que arriesgan el cambio en el sabor y la experiencia organoléptica del producto, para adaptarse una tendencia de consumo y conciencia; o el vestuario, que busca un equilibrio entre las prendas de prontamoda y las piezas básicas y clásicas, para reducir sus niveles de producción e impacto medioambiental.

En los puntos de venta, las licitaciones y las contrataciones, cada día hay nuevas ofertas y oferentes están retando las categorías de productos, planteando nuevas formas de satisfacer las necesidades, y compiten de frente con las marcas y productos que siempre han estado, desarrollando las categorías y en muchos de los casos aumentando los mercados, cambiando las reglas de juego, en un momento donde el cambio es necesario, pero la continuidad también.

Esta dicotomía, tiene diversas fuerzas que la mueven, y en particular la demográfica. En los últimos años, pasamos del concepto de “Nacen, Crecen, se Reproduce y Mueren”, a “Nacen, Crecen, No se Reproducen, y no Mueren”, cambiando la dinámica del mercado, porque la baja natalidad y la longevidad conllevan a que hoy vivan 5 generaciones diferentes al mismo tiempo, causando que se deba mantener lo esperado y generar nuevas cosas al mismo tiempo.

El mercadeo, entendido tanto como la ciencia del estudio de las necesidades y la capacidad de proponer soluciones para satisfacerlas, paso de estar en un mundo donde los jóvenes eran mayorías, a trabajar en un mundo sin poblaciones mayoritarias. Este hecho, irreversible en el mediano plazo, no solo conlleva el bajo crecimiento de los mercados, sino la consolidación de la igual de géneros, el fortalecimiento de un centro ideológico por encima de los extremos, y una tensión entre viejos y jóvenes más fuerte que en lo que hemos visto en la historia de la humanidad.

En la política ya se han visto las consecuencias de este proceso, como paso con el Brexit, donde los viejos ingleses, ganaron una elección que frenó el crecimiento de su nación. El mercado no ha sido ajeno, con la defensa del uso de recursos fósiles, ya no para la generación de energía, sino para millones de productos que usamos día a día.

A esto, se debe sumar el problema de la longevidad de las instituciones, al punto, que ya es común decir que las empresas que llevan mucho tiempo en el mercado, son vistas como las “dueñas” superpoderosas del mercado, y los nuevos emprendimientos son vistos como “independientes”, que “luchan” ante el poder de esos conglomerados, generando el errado discurso ético sobre el perverso poder de los grandes, olvidando que ellos fueron un emprendimiento en algún tiempo y que han luchado por años para estar donde están ahora.

Así, la longevidad institucional se convierte en un factor más en esta tensión entre la continuidad y el cambio, llegando a su máximo punto, en la realidad que China y Rusia tienen reelecciones permanentes, que permiten que un mismo mandatario este por mucho tiempo en el poder, mientras las otras naciones no lo pueden hacer, causando una “guerra” de potencias que se da a dos velocidades completamente diferentes: la del largo aliento y la de la necesidad de cumplir metas de corto plazo.

Esto mismo ocurre en el escenario laboral, donde estamos pasando de tener empleados comprometidos por años, a un grupo de nómadas laborales que cambian de empresa cada dos años, afectando la continuidad de las instituciones y migrando conocimientos y tecnologías entre diversos sectores productivos.

Hoy, las marcas, deben estar al tanto del cambio y ser gestores de él, mientras están defendiendo su tradición, y educando al consumidor continuamente; sus nóminas cambian a enormes velocidades, alterando los procesos y la creatividad, llevándolos a ser cada vez más procedimentales, para que puedan ser continuos en el tiempo sin importar la rotación del talento; las percepciones del consumidor cambian ante los nuevos hallazgos científicos, sobre nuevos insumos y sobre todo, ante la evidencia de los problemas de los viejos ingredientes, generando no solo cambios en la producción sino en las preferencias y exigencias de los compradores y consumidores.

Por esto, debemos aprender a vivir en esta dicotomía, donde lo constante ya no es el cambio continuo, sino que lo constante es poder estar en dos tiempos a la vez, o incluso más, porque tenemos 5 mercados diferentes al mismo tiempo, que nos piden desde las mismas cosas de siempre, hasta que cambiemos completamente nuestros productos.

Es momento de comprender que nuestra marca, también es un garante, que permite desarrollar nuevas marcas bajo la protección y sombra de la construida, para ofrecer nuevas ofertas de valor a los nuevos consumidores, y defender las soluciones tradicionales que se han convertido en “clásicos” para muchas personas.

Si bien, toda tradición algún día fue una innovación, también es cierto, que las tradiciones subsisten porque han sido exitosas en satisfacer las necesidades por muchos años.

Bienvenidos al marketing de hoy: ese donde debemos mantener el pasado y crear continuamente el futuro.

miércoles, 20 de junio de 2018

ES LA INFORMALIDAD, CARAJO! - Columna para Portafolio

Cuando se elimina o reduce un problema, inevitablemente se visibiliza el siguiente. Esto le ha pasado al mundo entero al reducir la pobreza, dejando como siguiente situación la concentración de la riqueza, el ingreso y la inequidad.

Pikety fue muy hábil en demostrar que mientras se reducían los índices de pobreza en el mundo, esto causaba concentración de capital, debido a las posiciones monopólicas de muchas empresas, que en un corto plazo, eran capaces de acumular riquezas como nunca se había visto en la historia de la humanidad.

Más, esto no tiene nada de nuevo; ya que la concentración de capital, los monopolios y las herencias son las asimetrías del capitalismo, que muchos han visto como el nuevo foco la política pública, pese a que lo han sido por años; gracias a estos defectos del modelo, es que el sistema tributario funciona como un mecanismo de redistribución, y todo lo que hoy se propone alrededor de esto, no tiene nada de nuevo.

En los países desarrollados, es común ver grandes donaciones de millonarios a diversas causas y legislaciones muy claras contra la presencia de monopolios privados (no públicos), pese a que la misma naturaleza del mercado, tiende a causar la reducción de oferentes, no por el esquema de competencia, sino por las preferencias de los consumidores y los beneficios de las economías a escala.

Hoy, el problema en el mundo es la inequidad, y en Colombia esta tiene un tono particular: la informalidad.

La informalidad es la condición en la que un mercado - ya sea laboral, productivo o comercial -, se desarrolla a margen de la ley, siendo alegal, sin ser necesariamente ilegal; por esto, no cumple con sus deberes tributarios, administrativos, laborales, sociales y ambientales, dejando al gobierno con un bajo margen de maniobra para normatizarlo y controlarlo, ya que dentro de esta informalidad se presentan diversas formas de generación de ingreso para familias y empresas, que crecen sin ser vigiladas y reguladas, causando grandes problemas al mercado, por la asimetría que genera tener – por ejemplo - un vendedor ambulante, frente a un local comercial.

Para reducir la pobreza, es necesario reducir la informalidad; y para generar más riqueza, es necesario reducir la informalidad. Es así de simple.

El mundo entero ha entrado a este nuevo debate, debido al éxito en la reducción de la pobreza – como ocurrió en Colombia -, como consecuencia de muchas políticas públicas y en particular de la reducción de las tasas de natalidad, la igualdad de género y la transformación productiva, recordándonos lo que nos decía Adam Smith, al afirmar que es muy importante estudiar y comprender el origen de la riqueza de las naciones, para lograr potenciarlo y así reducir sus efectos negativos como la pobreza, la inequidad y la concentración del capital.

Colombia comenzó hace unos años un proceso de transformación laboral muy importante, que ha logrado aumentar la formalidad laboral y ligeramente la empresarial, gracias a normas que estimulan la contratación de empleados, cambiando el rumbo de la historia económica del país.

Seguramente, tendremos una tasa de informalidad natural más alta que la del resto del mundo, debido a nuestras costumbres y normas, pero debemos focalizarnos en dejar de ser un país informalmente funcional y llegar a ser un ser país formalmente productivo.

¿MAL PRESIDENTE?, Columna para Portafolio Recibidos x

¿Mal Presidente? Por Camilo Herrera Mora En un chat de unos amigos muy inteligentes e informados, leí que estamos en un “Rookie Time”...