miércoles, 31 de octubre de 2018

LA INMORALIDAD DEL FUTBOL Y DE MERCADO, Columna Revista P&M

La inmoralidad del fubol y del mercado
Por Camilo Herrera Mora
Fundador de RADDAR Consumer Knowledge Group
Septiembre de 2018

El partido acabó. El marcador quedo 1-0. Los libros de estadística dirán que ganó el equipo blanco al negro y que el gol lo metió el número 3. Esto hará que el equipo blanco avance en el torneo y el negro quede rezagado.

Muy pocos se acordarán de los detalles de ese partido, donde llovió con mucha fuerza, las graderías estaban a reventar, porque las dos hinchadas sabían que era un partido muy importante, un partido de octavos de final, donde el que perdiera saldría del torneo. El arbitraje fue muy criticado, porque una cosa son las reglas del futbol y otra que los jugadores no las cumplen, y solo es falta si el árbitro la pita, pese a que el público y la audiencia televisiva vieron que ese gol fue una trampa, se hizo en fuera de lugar. La historia dirá que ganaron los blancos, pero con trampa, donde nunca se sabrá bien si sabían de la trampa o no, pero al verlo, solo dijeron: así es el futbol.

La Federación, pese a ver en los videos el fuera de lugar, no dijeron nada, porque por alguna extraña razón, se acepta que se falte a la normas, y pese a saber la verdad y tener pruebas, las autoridades no hacen nada, porque consideran que así pueden ser las cosas.

Se habla de “suerte” e injustica, dependiendo a quien se le pregunte, pero la verdad se conoce plenamente y en los libros de historia quedará validada esa injusta suerte, porque al final, lo que se ve son los resultados, y rara vez queda escrito todo lo que paso, los esfuerzos, las frustraciones, las trampas, las faltas y si bien la gente sabe que el gol no debía serlo, cabizbajos aceptan que perdieron, mientras los otros felices piensan que ganaron.

El mercado, el mercadeo, el comercio, las empresas y el estado son tan parecidos a esto; conocemos las normas, las incumplimos, todo el mundo se da cuenta y al final ni las autoridades actúan, y la empresa que gano, cree que lo hizo, pese a que perdió mucho al hacer trampa, y quien lo hizo bien, perdió, incluso al punto de quebrar en algunos casos, porque la competencia “compró mercado”, incumpliendo las normas de juego, pero en límite donde nadie sabe si eso está bien o está mal, o simplemente es parte del juego.

Que una empresa mantenga precios bajos, perdiendo dinero y financiando el proceso con capital de trabajo diferente al generado en la competencia del producto, es una trampa clara, pero válida. Injusta, pero es una estrategia a la que muchos sin ningún problema aplauden o consideran tan válida, que ellos mismo la usan, justificándose en argumentos tan débiles que no tienen como mostrar que pierden dinero todo el día, causan despidos masivos, engañan al comprador, inclinando la balanza a su favor, causando que al final el marcador los favorezca y quede escrito así en las estadísticas del mercado.

No hay nada gratis. Lo sabemos pero parece que no lo entendemos. Cuando vemos un producto más barato que el promedio del mercado, se hace evidente que esa empresa hace algo más barato que las demás; puede ser que tiene menos utilidades, lo que significa que sus inversionistas son los que pagan; puede ser un tema de insumos, donde quizá hacen que sus proveedores paguen esa diferencia,  con un costo financiero de un pago a más de 60 días; quizá el producto es de una calidad menor a la del promedio del mercado, haciendo que sea el consumidor el que pague, con una satisfacción inferior, as para él no sea completamente perceptible. Alguien paga el menor precio, alguien lo hace.
El gran dilema, es cuando, nos damos cuenta que por el precio bajo de alguien, siempre terminamos pagando todos; porque al tener un menor margen, el impuesto de renta es menor; al cargar el costo al proveedor, este será menos rentable, no solo pagando menos impuestos, sino afectando su sostenibilidad,  llevando a un punto muy vulnerable, done siempre hay alguien dispuesto a remplazarlo; no en pocos casos, el consumidor termina comprando un segundo producto, porque se equivocó al comprar el barato, recordando por qué se dice que lo barato sale caro. Más, aún no hemos hecho conciencia de una cosa, que nos incomoda mucho, y es que si venden más barato, se paga menos IVA, y pese a todo lo que se pueda decir de la corrupción política, menos recaudo de impuestos significa que todos perdemos.

Así, nuestro mercado es como ese injusto juego, donde gana alguien a costa de la competencia, las normas, las autoridades, su hinchada (a la que engaño) y todos al final, porque vemos como el bello espectáculo del futbol que entretiene a millones, fue burlado por el uso indebido de las normas del juego, corropiendo el sistema y acostumbrando a la gente que lo que importa es el marcador y no el buen juego.

martes, 30 de octubre de 2018

SI SOMOS MENOS, Columna para Portafolio

Muchos analistas nos equivocamos y me cuento en ellos. Sabíamos que trabajábamos con cifras de población proyectadas del censo de 2005, donde no se consideraban las migraciones, los cambios recientes de las tasas de natalidad y la menor tasa de defunciones; incluso, se nos olvidó estar pendientes de la cantidad de muertes que ha tenido el conflicto o del éxito esperado de las políticas de planificación.

Esto significa que en el país somos menos, y el DANE ha tenido la valentía de decirlo, pese a lo que eso le costará enreputación, no por un error de ellos, sino por la cómoda mediocridad nuestra, que con una simple revisión de datos, podríamos darnos cuenta que el reloj población, no concordaba con los datos de la Encuesta Continua de Hogares, que pone la población por lo menos 2 millones abajo.

El error fue nuestro, por no calibrar nuestros datos y al final es un éxito del DANE, porque pudo darse cuenta de cuanto creemos en él, al punto de no dudar en sus cifras, las que no solo consideramos oficiales, sino indudables.

Sabemos que todos los trabajos del DANE son investigaciones con definiciones concretas, niveles de confianza y márgenes de error, que ya se nos olvidó mirara en detalle, para analizar correctamente sus resultados, como ocurre con la muestra al comercio minorista, o el caso de la inflación, que pese a ser detallada por ingresos y ciudades, consideramos la nacional promedio como la verdad absoluta.

Este censo será histórico, no solo porque nos dice que vivimos menos personas en el país, sino porque nos mostrará que hay más extranjeros de los que pensábamos, que hay más colombianos por fuera del país de lo que recordamos, que morimos menos después de las violentas guerras del narcotráfico en los noventas y que nuestros pobres ha reducido su natalidad más de lo que reconocemos, y que nuestra pobreza es diferente a la que pensamos.

Este cambio de número, que estimo (atrevidamente), será cerca de 46 millones de colombianos más dos millones de extranjeros, menos cuatro millones de nacidos en el país que viven por fuera, nos deja con el enorme reto de revisar nuestros per cápita y nuestra percepción del país.

El nuevo dato poblacional nos deja con un per cápita 10% más alto que lo que estimábamos, lo que significa que para los 189 países medidos por el World Economic Outlook del FMI, Colombia es el país número 89 en la medición de per capitas en paridad de compra; más, con el ajuste poblacional, pasamos a ser el país número 83, superando a China y pasando a Brasil en la región. Lo que mostraría otra razón de porque el mundo nos ve menor de lo que nosotros mismos aceptamos.

Para nosotros los analistas, esta cifra es un enorme llamado de atención, no sobre la calidad de trabajo del DANE, sino sobre nuestra pobre capacidad de análisis en muchos casos y nuestra enorme ingenuidad en otros. Lo que es curioso, es que estamos en un momento, en que si nos comparan con comentaristas deportivos, es como si estuviéramos bravos porque la FIFA hubiese ajustado sus datos de selecciones, y Colombia ya no fuera la 14 del mundo, sino que estuviera entre las 5 primeras.

¿SIN MAMÁS?, Columna para Portafolio

¿Cómo será un mundo sin mamás, o por lo menos, uno donde sean una minoría?, es una pregunta que debemos comenzar a hacernos, porque el cambio demográfico es tan grande, que es posible que en Colombia hoy tengamos más hogares con mascotas, que con hijos.


Esta dinámica demográfica redefine no solo lo que sabemos de la familia, sino de la economía, el mercadeo, el gasto e incluso el endeudamiento bancario, porque una de las premisas del modelo económico y del mercadeo, es la existencia del hogar como agente económico, y como este está pasando de ser bigeneracional a unigeneracional, las estructuras de gasto están cambiando radicalmente.

Cerca del 26% de los hogares en Colombia no tienen hijos, lo que significa no solamente que su gasto es diferente, sino que sus preferencias, visión de futuro e inversiones son completamente distintas, porque cuando una persona no tiene hijos, tiene una visión de largo plazo muy difusa y tiende a hacer más gastos que inversiones, como en el caso del turismo y el entretenimiento, frente la compra de vivienda o los sistemas de ahorro educativo.

Un mundo sin mamás, no es apocalíptico, pero si nos abre un debate enorme a muchas preguntas; hoy, con el aumento de la longevidad, es cada vez más común ver a bisabuelos con sus biznietos, demostrando la presencia de por lo menos 4 generaciones, pese a que las mamás tienen hijos cerca de sus treinta años. Así, en pocos años, veremos menos abuelas, porque las mujeres decidieron no tener hijos, transformando completamente la imagen de sociedad que tenemos hoy.

Esta tendencia parece no tener reversa y veremos como las marcas de productos para bebes, deberán mirar sus ventas a otros productos o desaparecer, y presenciaremos como los centros comerciales, van a pintar los parqueaderos para embarazadas, en más espacios para discapacitados, o una nueva minoría con necesidades particulares que aún no conocemos.

El día de la madre será lentamente una fecha que se comenzará a diluir, mostrándonos como el rol más importante de la familia comienza a ser tan escaso, que se convertirán en minorías que deberán ser defendidas con mucho ahínco, porque será incomprendida por muchos. Las salas de maternidad, la ginecología, las salas de parto, las de amamantar se quedarás solas, siendo remplazadas seguramente por la ortopedia o la geriatría.

Muchas cosas cambiaran cuando nos quedemos sin mamás, como el que nos quedaremos sin abuelas, pero también sin papás, sin abuelos, sin tíos y primos, sin juguetes, triciclos, pañales para niños y miles de cosas, instituciones, lugares, olores, sabores, productos, servicios, amigos, familiares, álbumes fotográficos y hasta canciones de cuna.

Veremos un mundo sin hambre, sin pobreza, sin mamás, sin niños. Debemos prepararnos para esto, sin verlo como algo bueno o como algo malo, pero el comienzo del freno de nuestra población, no solo en Colombia sino en todo el mundo, donde las políticas de planificación familiar, comenzarán a cambiar de mecanismos para el sexo seguro, hacía el fomento de la natalidad en las nuevas generaciones.

Un mundo de adultos, sin niños; una visión demográfica tan dura, que llegaremos a muchas cosas que hoy con normales y necesarias. Preparemos para esto, comenzando por grabar la risa y el llanto de un bebe, porque es posible que no los volvamos a oír.

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