martes, 28 de julio de 2015

VAYA A COLOMBIAMODA, Columna para Portafolio

Compramos ropa, buena ropa, ropa de moda; clásica, de marca, básica, moderna, tradicional. La compramos en cadenas, almacenes o internet, y lo hacemos porque usamos ropa todo el día, todos los días, en casi todo momento y esto requiere que tengamos ropa para todo.

Muchos dicen que el consumismo se expresa mayormente en la compra de ropa, y sin duda en algunos casos puede ser cierto, y por esto es fundamental comprender por qué compramos ropa: no lo hacemos porque estemos atrapados en la compradera de ropa porque la moda cambia, lo hacemos porque cada momento y ocasión de uso requiere ropa diferente: el trabajo nos vestimos diferente a como lo hacemos para una reunión, o para estar con la familia, descansando en la casa, haciendo deporte o cuando vamos a dormir. Por esto tenemos muchas camisas, pantalones, sacos, chaquetas y zapatos, porque los combinamos según el día que vamos a tener, y los requerimientos sociales presentes, como el inocuo ejemplo de tener que usar corbata para entrar a más un club capitalino.

Obviamente esto no justifica comprar un pantalón cada tres meses, porque seguramente este no se ha dañado. Lo que ocurre es que el mercado ofrece de manera continua nuevos productos, con mejores cualidades para satisfacer  nuestras necesidades, porque la industria de los textiles, las confecciones y el diseño están pensando todo el día como hacer las cosas mejor y  poner el mercado mejores productos, y por eso encontramos en las tiendas cosas que nos gustan, que nos hablan, que nos entienden, porque solucionan mejor nuestras necesidades.

Comprender esto no es fácil, porque en ningún colegio nos enseñan cómo usar ropa, cuál usar, donde usarla, como usarla ni mucho menos cual no usar, causando un vacío enorme en el mercado, donde las personas compran sin saber y tienen sin conocer. A esto se suma un efecto no menor, que es el enorme analfabetismo sobre telas, confecciones, formas y piezas que tenemos, al punto de no saber qué tipo de tela es la que compramos al adquirir un traje, lo que nos lleva casi siempre a equivocarnos en lo que necesitamos, porque un vestido de lana y uno de algodón sirven para cosas diferentes.

Por esto es que instituciones como Inexmoda, ha levantado la mano más allá de fomentar la producción de textiles y confecciones en el país, y por medio de Colombiatex y Colombiamoda han formado sobre la moda a los colombianos por más de 25 años, y esto ha permitido que el mercado sea más maduro y fuerte. Sin duda falta mucho camino por recorrer aún, y las audiencias y los usuarios aún requieren de formación básica y sin duda de actualización continua sobre los productos en el mercado.

Hoy comienza Colombiamoda, y muchos pensarán que es otro escenario light que se verá al final de los noticieros por sus pasarelas y en particular de la Leonisa de Ropa Interior, pero poco se dirá que la lencería mueve cerca del 0,5% del PIB, genera cerca del 2% de los empleos industriales del país, que significa más de 100 millones de dólares de exportaciones anuales, o que el desfile fue amenizado por el cuarteto británico de cuerdas Bond, ni mucho menos que cerca del 100% de las mujeres usan ropa interior, y que el desarrollo de este producto  ha reducido en más de un 90% la presencia enfermedades intimas de las mujeres. La moda no es otra cosa que el mejor producto para satisfacer la necesidad de vestir, y Colombiamoda es a esta industria, lo que es CES a la tecnología. Vamos a aprender.

sábado, 25 de julio de 2015

SIN PARTIDOS, Columna para El Nuevo Siglo

La población ya no busca ideales, ni mucho menos grandes dogmas para seguir. Ya saben que temas son el centro del debate del mundo y deben ser solucionados por los Estados, y esto ha llevado a que hoy los partidos políticos no tengan ningún tipo de representatividad.

Las personas ya no son liberales o conservadores, ni de derecha o izquierda, simplemente buscan personas que solucionen los problemas de la manera en que ellos están de acuerdo, porque hoy la definición política es más sobre cómo se deben hacer las cosas y que prioridad tienen, no sobre dogmas, idearios, plataformas programáticas ni fidelidades ciegas.

El ciudadano es reflexivo y libre, y la democracia de hoy no está preparada para eso. Algunos no tienen ningún problema en vender su voto por dinero, materiales de construcción o una conciencia tranquila de haber votado por quien cree es el correcto o porque tiene más probabilidad de ganar. El voto es un acto libre, y por ende no necesariamente es el correcto ni mucho menos eficiente.

Combinando este votante libre y la supresión de los partidos, el escenario político es muy diferente y por eso el tema es mucho más parecido a un ejercicio comercial que a uno de mercadeo: el tema es conseguir votos y no como mantenerlos. El corto plazo prima debido al modelo propio del sistema electoral, que solo pone a los votantes cada 4 años en las urnas, y esto causa que la cautividad del votante sea muy difícil.

Ante esto los partidos solo les ha quedado la alternativa de trabajar por medio de avales y coaliciones para mantener el poder político y en muchos casos, con costos muy altos, como se ha visto excandidatos de pasado que señalaban a sus contendientes de entonces de criminales, apoyándolos hoy en la plaza pública.

Los partidos tienen que reaccionar y comprender que deben adaptarse a esta nueva realidad, más alla de utilizar la famosa operación avispa, aprovechando el deseo de muchos de ser elegidos, para sumar unos pocos votos a las listas que soportan a aquellos que los partidos quieren elegir.

Estas trampas éticas del mercado electoral ya han cobrado sus víctimas, como es claro con la reducción de las huestes liberales y conservadoras en los últimos 20 años, dando paso a dos partidos nuevos (La U y el Centro Democrático) como alas moderadas de la izquierda y la derecha, mas como socialdemócratas y populares.

Si le preguntamos a un colombiano hoy, lo más probable es que diga que no le gusta la política, que no es de ningún partido y que no votará porque todos son unos ladrones, y más allá si esto es cierto o no, es la percepción de un electorado que ha visto que el sistema no funciona como le contaron.

Colombianada: Octubre será una jornada más del mercado electoral, donde todo esta en promoción, pero los productos no tienen garantías.

viernes, 24 de julio de 2015

CONSEJOS PARA VOTAR, Columna para Portafolio

Ya huele a campaña y como siempre lo único que hay es señalamientos, denuncias, sindicaciones y ruido en los corredores para bloquear o posicionar candidatos.

Pardo ya dijo que tiene una mejor plataforma que Peñalosa, dejando ver una arrogancia innecesaria y nada natural en él; Peñalosa sigue caminando la ciudad, haciendo oídos sordos a los gritos de los bogotanos "no de izquierda", que clamamos por una alianza con una votación contundente. Pero,  ya se ven noticias sobre las losas de Transmilenio, duros debates entre el partido Verde y el Polo hablando del robo a la ciudad y el alcalde diciendo que su administración fue estupenda.

Mientras tanto en Barranquilla, Medellín, Cali y Bucaramanga se definen procesos de continuidad programática y de desarrollo de largo plazo, sin importar si el candidato es o no de la misma corriente que el alcalde saliente, simplemente se dice que se seguirá haciendo, cómo y que más cosas se pueden hacer.

Congresistas salen por todo el país a apoyar a sus bases, poniendo a sus líderes visibles de candidatos y desprestigiando de manera macartiana a todo aquel que se oponga a sus designios, y ambos bandos le rezan a la misma virgen porque los ataques de las FARC cesen y otros porque continúen.

Hoy, los potenciales votantes están más indiferentes. Como siempre, los políticos (y más aún aquellos que se han vuelto expertos en ser candidatos) comienzan con sus cantos de sirena a decir que ellos son la opción pero sin proponer nada, sólo promesas particulares para ganar algunos líderes y algunas alianzas de índole burocrática, sin propuestas, programas, conceptos y visiones, o  los partidos, que se diluyen en el olvido y en las maquinarias electorales ajenas.

Lo que puede terminar en un panorama desalentador: los mismos en el poder, cada vez con menos votos, y una población menos interesada en definir su futuro político; situación que hará que la inversión pública sea menor e ineficiente, y que el camino a la igualdad sea cada vez más complejo.

Votarán las maquinarias aceitadas con presupuestos públicos, bien sea por subsidios o por compra de votos, y una que otra persona realmente convencida de su voto, pero en general, en muchos municipios del país la democracia estará en vilo, por las malas prácticas que se han creado.

Para contrarrestar esto, una buena opción es pensar como compradores y consumidores de productos y servicios, recordando que el precio es único y es nuestro derecho a votar, la compra es la votación en sí y no tiene derecho de retracto, y que la garantía no se puede aplicar realmente, y por eso debemos estar seguros por lo menos de estas tres cosas: saber que propone, cómo eso nos afecta y si nos sentimos identificados con las propuestas y el candidato.

La gran dificultad radica en que si se compra el que no gana, al final no se obtiene lo comprado, sino una desazón enorme, y esto hace que las personas eviten votar; pero si logramos comprender que el voto es una compra que el principal retorno que tiene es haber votado bien y no necesariamente que gane por quien votamos, seguramente cambiaremos esta democracia. Ya se redujo el consumo de cigarrillo, azúcar, harinas y otras muchas cosas, por eso podremos dejar de consumir política dañina.

sábado, 18 de julio de 2015

SOBRE NORMAS, Columna para El Nuevo Siglo

Por algún motivo, unas personas consideran que cumplir la ley es ceder la libertad, ya que la ley defiende a los poderosos y oprime a los débiles.

La ley y el orden no son otra cosa que un mecanismo para defender nuestros derechos frente a los abusos de los demás, pero como en muchos casos la ley es entendida como una cosa que se puede interpretar y modular según la situación, no tenemos problemas en incumplirla bajo un cúmulo de argumentos que fundamenta torpemente nuestro actuar.

Si le exigimos a alguien que se comporte en la calle como debe ser, la reacción de muchas personas es violenta, porque nos han educado para hacer las cosas a nuestra manera y aprovechando toda oportunidad que haya, y por esto no tiene ningún sentido respetar las señales de tránsito, guardar basura en el bolsillo o pasar por la cebra.

El problema no son la leyes, somos nosotros; no las respetamos porque estas parten del principio de la colectividad y no de la individualidad, y exigen que reduzcamos nuestros beneficios para que todos tengan un mayor beneficio colectivo; mas esto, queda atrapado en la necesidad egoísta de tenerlo todo, aun a costa de nuestra propia vida, como cuando algunos peatones pasan la calle como payasos saltarines.

No podemos tener respeto a la ley sino respetamos a los demás, y ahí está el nudo del problema; desde niños nos enseñan a obedecer o hacer las cosas como queramos, pero nunca poco se nos dice que ambas cosas solo se pueden hacer si respetamos a los demás y sobre todo si nos respetamos a nosotros mismos.

Todos los días hacemos cosas donde nos irrespetamos; porque cada cosa que hacemos de forma contraria a lo que creemos que es correcto, es la forma más común de irrespetarnos; afortunadamente siempre tenemos una excusa para autojustificarnos y casi siempre recae en que la ley o la norma está equivocada.

Sin duda es posible que las normas estén mal, pero de antemano  sabemos cuáles son y que dicen, y pese a esto actuamos en dirección contraria aprovechando que tenemos la argumentación para decir por qué no la cumplimos.

Básicamente, negamos la ley porque no nos conviene, porque nos pide que sacrifiquemos algo por los demás y no estamos dispuestos a hacerlo, porque creemos que nadie se sacrifica por nosotros, o bien, algunos creen que no se deben sacrificar porque están en una condición menos favorable que la de otros.

Deberíamos comenzar por aprender a poner normas en nuestro grupo social o familia, y ver como la única forma que funcionen es logrando que todos pongan algo y todos ganen algo, y que hacerla cumplir parte de la premisa de confiar en el otro y respetar sus decisiones. Quizá así, nos demos cuenta de lo significa una ley o una norma.

Colombianada: ¿por qué será que pensamos que las normas son para los demás y no para nosotros?

sábado, 11 de julio de 2015

AUSTERIDAD. Columna para El Nuevo Siglo

“Gastar o no Gastar, esa es la cuestión”; si los gobiernos gastan mucho y subsidian, le gusta a los beneficiados, y molesta a los que financian ese proceso, pero la pregunta de fondo se evade continuamente: ¿Qué tanto debe gastar el Estado?, porque esta lleva a en qué debe gastar y en quienes.

Los Estados deben garantizar los derechos de los ciudadanos, pero esto inevitablemente se apoya en los derechos de alguien y esto a veces se nos olvida, porque todo apoyo del Estado viene de los impuestos o de las rentas públicas; simplemente “no hay almuerzo gratis”, y mucho menos luz gratis, agua gratis, transporte gratis. 

Todo subsidio es pagado por el dinero de alguien. En el caso de un país industrial, lo pagan los impuestos, que al final los pagamos todos; y, en un país petrolero, esto se hace con los dividendos de los hidrocarburos, que realmente son un activo que se pierde en gasto corriente, causando que el día de mañana ese ingreso no este y no haya como seguir financiando el gasto.

El Estado debe definir que va a financiar y cómo, y sobre eso crear las capacidades para lograrlo, mucho más allá de los impuestos y el endeudamiento; y en este punto algunos de los Estados de Bienestar han fallado, porque ha propuesto grandes beneficios para su ciudadanía sin tener seguros sus ingresos, y el caso de Grecia termina siendo el ejemplo más duro de los últimos tiempos.

Ser austero no es dejar de invertir o subsidiar, es hacerlo bien y con los recursos asegurados. Esto significa que en muchos casos se deben hacer recortes de programas que existen y esto afecta los derechos de unos para asegurar los derechos de todos, lo cual sin duda es un gran problema de difícil solución, porque al quitar derechos obtenidos se violan muchos principios democráticos y de mercado, pero casi siempre ocurre porque estos derechos se crearon sin financiación.

Un ejemplo de éxito de lo anterior, es la Constitución Política de Colombia, que aumento el gasto público con su nuevo marco de Estado Social de Derecho y el país se demoró más de 12 años en reducir el déficit público, logrando mejores ingresos y una mejor ejecución de programas, pero eso nos dejó deudas enormes en infraestructura, que generan grandes problemas en la economía y la sociedad, porque pagamos salud y educación y no hicimos las carreteras y los puertos que necesitamos para crear empleo. Lograr el balance es muy difícil.

El mundo clama por un mayor gasto público para mantener los derechos ofrecidos, pero el mundo no se está preguntando si esos derechos son justo con los demás, y hoy vemos como los jóvenes financiarán las pensiones de ellos y las de sus padres, porque las cosas se definieron mal: más derechos, más impuestos, es simple.

Colombianada: Siempre me he preguntado por qué los sindicalistas hablan de conquistas laborales y derechos adquiridos.

martes, 7 de julio de 2015

¡SON LOS HOGARES!, Columna para Portafolio

¿Qué le pasa a la economía colombiana?, simple: tiene menos ingresos por el petróleo, y esto hace que el gobierno tenga menos ingresos, y que se haya dado una fuerte devaluación, pero la economía crece, ¿por qué?, por los hogares.

Hay tres datos que hemos estado mirando de manera separada que nos muestran que la economía no va por el mejor camino, pero no va mal. Comencemos por las posibles malas noticias: la inflación no cedió en junio, llegando a un 4,42%, con un comportamiento mayormente explicado por servicios, lo que indica que seguirá en niveles altos por unos meses, mientras alimentos termina su ajuste; El desempleo continua en su senda descendente, pero a menor velocidad que el año pasado; Y el consumo de hogares creció menos que en el primer trimestre de 2014.

Más, estas mismas cifras se pueden ver de otra manera. La inflación esta alta mayormente por la indexación de la inflación del año pasado, que está cubierta por el aumento de salarios. Si bien, está ha absorbido cerca del 72% de este aumento, seguramente se reducirá en el segundo semestre ante la caída de los precios de los alimentos, dejando a final de año un aumento real de la capacidad de compra del SMLV; en desempleo, la tasa ha perdido velocidad, pero es evidente que la generación de empleo continua, y continua en un punto fundamental: creando empleos en jefes de hogar, que continúan reduciendo su tasa de desempleo, asegurando ingresos en nuevos hogares o aquellos que no tenían: entre mayo de 2014 y mayo de 2015 se crearon 331 mil nuevos hogares y 283 mil empleos a jefes de hogar, reduciendo el desempleo en este segmento en cerca de 5 mil personas; finalmente, y poco se ha dicho de esto (aunque esta columna ya lo había predicho), el consumo de hogares creció 3,8% con respecto al primer trimestre de 2014, muy por encima del crecimiento del 2,8% del total de la economía; es decir, los hogares están haciendo la tarea.

Si bien los datos del comercio del DANE en abril no son alentadores, las cifras de Fedesarrollo y RADDAR dejan ver que las compras de los hogares en mayo y junio muestran datos positivos, que podrían interpretarse como un cambio en la tendencia de desaceleración de gasto, pero es mejor mantener prudencia, ya que estos mismos meses el año pasado tuvieron un comportamiento atípico debido al mundial de futbol; muchas cosas indican que el gasto de los hogares está teniendo un buen comportamiento en no durables, semidurables y servicios, y que los vehículos y la compra de vivienda vienen lento pero no tanto como muchos esperaban, donde se hablaba de caída en las matriculas de carros del 10%, y solo están cerca del 5%.

¿A qué se debe esta dinámica?, al parecer a tres factores fundamentales: la llegada al piso del descenso en el ciclo de compras, a la creación de empleo y aun menor gasto en servicio de deuda, debido a la menor compra de bienes durables, situaciones que han llevado al hogar a mantener una contención de compra casi todo el primer semestre, causando a que en mayo y junio la tendencia se revierta.

Confiando en que estas cifras y tendencias son ciertas, se confirma la hipótesis que el consumo de hogares jalará la economía en 2015, y que es posible que el dato del PIB de primer trimestre sea el piso del ciclo y los datos que vienen sean positivos. Todo indica que ya pasamos la difícil.

miércoles, 1 de julio de 2015

¿ES EL MERCADEO UNA CIENCIA?, Especial para la Revista P&M

El debate lleva abierto desde que la American Marketing Association planteó una definición en 2007, y dio pie a múltiples textos, conversaciones y tertulias en diversos ambientes, donde es claro que el generado uso del marketing abre paso a considerarlo como una ciencia.

Algunos dicen que dicen que es muy joven para ser ciencia, y esto puede ser cierto, ya que el comienzo del uso de término viene desde comienzos del siglo XX y ha sido muy dinámica en los últimos años, al punto que según el estudio CMO de Adobe, el 75% de los CMO encuestados están de acuerdo con que el marketing ha cambiado más en los últimos dos años que en los pasados 50. Estas dos afirmaciones son válidas pero muy débiles en sí mismas, ya que realmente todas las ciencias vienen de la filosofía o de un arte u oficio donde nacieron, y si se mira con perspectiva, es claro que muchos artes y oficios tienen milenios y distan mucho de ser ciencias.

El rol de ser ciencia parte de ser un acervo de conocimiento acumulable, comprobable y repetible, lo cual es claramente cumplido por el mercadeo, y si bien no existe un acuerdo en su definición, en la economía tampoco.

Es fundamental comprender que las ciencias sociales no son exactas y esto hace que su comparación contra ciencias como la física sea compleja, pero inclusive la física ha pasado de ser exacta en predecible desde las leyes de Newton, a ser impredecible desde la teoría de cuerdas, ya que las ciencias son dinámicas en la medida en que las sociedades avanzan. Un buen ejemplo de esto es lo que le tocará hacer a la economía con la entrada al juego del mundo digital, donde la escases y el precio no existen en muchos productos.

Aceptar que el marketing es ciencia es un paso fundamental para ponerla a la par de otras disciplinas estratégicas de la sociedad y así darle mayor poder en su nivel de definición y estrategia, ya que al ser considerado como una simple técnica es vista como menos relevante, pese a que ha demostrado que es mucho más eficiente para satisfacer necesidades que las mismas políticas económicas.

Para esto el marketing debe dar pasos importantes. El primero, debe aumentar su nivel científico, es decir, que las decisiones que se tomen sean fundamentadas en evidencias y no por simples instintos, o de lo contrario lo que ocurrirá con las acciones de marketing será impredecible y terminará siendo afectado por la capacidad de ejecución; segundo, debe mejorar la calidad técnica de sus miembros, logrando que estos puedan tener una conversación solvente en términos financieros y actuariales de las inversiones y retornos de la inversión que se efectuará; tercero, bajarse de la estratosfera donde andan algunos e ir al terrero a hacer experimentos y comprender que el marketing es una ciencia social y no un mundo play para dirigir marcas.

Al hacer esto, comenzaremos a tener el lugar que nos corresponde, pero debemos comprender que el objetivo de nuestro trabajo es la satisfacción de necesidades de las personas, y esto se olvida en las convenciones, reuniones, cocteles, eventos, cenas y demás eventos sociales del marketing que desdibujan el duro trabajo que hacemos, lo cual se evidencia fácilmente en cualquier página de sociales de un diario, donde se habla del lanzamiento de un producto y lo que sale son las fotos de las personas que estuvieron en el evento.

Para tener altura se debe actuar como tal, y no solamente decir que somos importantes en lo que hacemos, sino hacer cosas importantes para mejorar el mercado, y esto se nota en la confusión entre posicionar marca, hacer marketing y vender, que tiene muy confundidos a muchos, porque creen que hacer marketing es vender más, posicionar marca es para vender más y vender más es el resultado de tener marca y hacer markeing.

Las escuelas de marketing del país tienen un reto muy complejo en el largo plazo y es mostrarle al mercado la relevancia del marketing en la sociedad, como por ejemplo afirmar que el 20,3% de las utilidades de las compañías colombianas en 2014 las hizo el marketing, lo que significa que más o menos el 8,3% del PIB se debe a este, y que cerca del 38,4% del crecimiento del PIB fue generado por él, pero eso no lo podemos mostrar porque nadie parece estar interesado en el datos, y solo es relevante cuando se le piden cuentas al CMO sobre sus retornos de presupuesto (que casi siempre ocurre cuando se busca hace recortes) o bien cuando se debe valorar la marca para venderla. Simplemente decir que el mercadeo no genera valor, es como afirmar que el estilo de un atleta no es el que le marca la diferencia.

Satisfacer las necesidades no solo construye valor económico de corto plazo para empresas y hogares, sino que desarrolla a largo plazo un mejor entorno de sostenibilidad de esa satisfacción, y en esto el marketing tiene mucho para enseñarle a las políticas públicas, desde comunicación, hasta productos individualizados, pasando por segmentación y comprensión de los perfiles socioculturales de las poblaciones objetivo. 

Cada vez más es claro que el siglo XXI es de Asia, de las mujeres y del marketing, y por eso debemos prepararnos para el reto que se viene: un mundo menos masculino, menos occidental y menos comercial, donde la satisfacción y la tranquilidad serán los objetivos a lograr, porque las metas económicas se irán moviendo a un segundo plano.

¿MAL PRESIDENTE?, Columna para Portafolio Recibidos x

¿Mal Presidente? Por Camilo Herrera Mora En un chat de unos amigos muy inteligentes e informados, leí que estamos en un “Rookie Time”...