lunes, 29 de febrero de 2016

¡AH, EL MERCADO DE LOS MODA!, Especial para La Gazetta

¡Ah, el mercado de los Moda!, este mercado es diferente a todos y no es fácil de explicar. A veces, les digo trapos, porque para analizarlo como mercado, es bueno dejar de pensar en el enorme contenido estético que tienen y en la carga sociocultural que conlleva, pero esto es imposible, porque estos contenidos son los que hacen que tenga una dinámica especial.


2015 fue una escuela estupenda para comprender este mercado; en enero de 2014 el dólar estaba en $1.956, y en diciembre de 2.015 llegó a $3.233, lo significa una devaluación del 65%, lo que haría pensar, que los precios de la ropa en Colombia crecerían de manera desmedida y la gente continuaría con su armario en la moda de 2.014 y anteriores, pero en 2.015 el mercado vendió 4% más de prendas que en 2.015 según los datos de Inexmoda y RADDAR, con un aumento de precios de sólo el 2%. ¿Qué pasó?


Los colombianos compramos cerca de 15 prendas al año en promedio (desde medias hasta corbatas), y de estas sólo 5 – cómo máximo - son importadas, lo que hace que el mercado local haya podido encontrar la solución para seguir vendiendo prendas nacionales. Para comprende esto, es bueno ver que ha pasado con la industria, el comercio exterior y el mercado interno de este apasionante mercado.


La historia reciente es simple: Venezuela y devaluación. En 2007 nuestra industria producía cerca de 650 millones de prendas, de las cuales dejaba 429 millones en el mercado local y exportaba 225 millones, permitiendo un importante desarrollo del sector; pero con la caída del mercado venezolano y la devaluación de los últimos años, en 2015 se produjeron 562 millones de prendas, de las que solo se exportaron 85 millones; es decir la industria se redujo -14% en 9 años y en particular las exportaciones se contrajeron un -62%, con la fortuna que el mercado local creció cerca 11%, pero no pudo absorber la caída de las ventas al exterior. ¿por qué?, porque importamos más prendas para la venta en el mercado interno; en los mismos 9 años, el mercado interno paso de 553 millones de prendas compradas por las personas, a ser de 711 millones en 2015, con un crecimiento del 24%, causado en gran medida por un aumento del 65% de compras de los colombianos en prendas importadas.


¿Por qué paso todo esto?, Todo tiene que ver con la apuesta del sector. La industria de confecciones se la jugó a importar a los vecinos y a producir para clase media en Colombia, ya que no podía competir con los precios de Asia en clase baja, ni contra las grandes marcas globales en clase alta; este juego les salió caro cuando Venezuela cerro la frontera en 2007 y con la intensificación de la devaluación que llevo el precio de la prenda importada a ser mucho más competitivo que la producción local, y esto permitió la entrada de los jugadores de marcas masivas de los Estados Unidos y varios de los gigantes de prontamoda, cambiando completamente el ecosistema del comercio y de marcas de moda en el país. Así, las prendas importadas pasaron de ser el 25% del mercado en 2007, a ser inclusive el 43% en 2013; situación que se ha corregido, siendo el 33% del mercado en 2015.


Más allá la estrategia de la industria, es claro que los colombianos cada vez compramos más ropa al año, lo cual nos debe poner a pensar que el tema no es solo un tema de la industria y del sector, sino de la realidad nacional en muchos de sus aspectos. Entre 2007 y 2015, el ingreso per cápita de los colombianos se duplicó, permitiendo aumentar su calidad de vida de una manera importante, aumentando su capacidad de compra, bancarización, capacidad de endeudamiento y conocimiento del mercado. En el sector de la moda, pasamos de comprar 13 prendas en 2007, a comprar 15 en 2015, gracias a que los precios promedio básicamente no han cambiado.


Este aumento de las compras es consecuencia también de la expansión de los centros comerciales, las ventas por catálogo y por internet, que han dinamizado el mercado interno de manera muy importante.


2015 logró voltear muchas tendencias a favor de nuestra industria, lo que nos deja con 2016 con grandes oportunidades. La producción de confecciones creció 1% frente a 2014, donde las exportaciones aumentaron un 1% en toneladas, cayeron un 6% en dólares, pero crecieron un 29% en pesos, lo que indica que aún no aportamos de más a la economía, pero los empresarios lograron vender más, a tal punto que el empleo del sector creció un 3%.


Por el otro lado, las importaciones se redujeron de manera importante: importamos un 20% menos de toneladas de ropa, lo que muestra que el mercado local tiene la oportunidad de capturar parte de la demanda de los hogares.


Ahora el problema es complejo. Son pocas las marcas nacionales reconocidas y apreciadas por los compradores colombianos, ya que en muchos casos preferimos las marcas globales – aunque sea más por su prestigio que por su calidad. Esto hace que el reto no esté en este momento en los costos de producción (que subirán por el aumento del costo de la mano de obra y el mayor valor de los insumos importados), sino en el posicionamiento de marcas, y el valor percibido de las mismas. Porque al comparar un jean de GEF de $96.000 pesos, frente a uno de Chevignon de $198.000, la diferencia finalmente radica en el poder de cada marca, que incluye el diseño, la calidad, los materiales y el prestigio de la marca, y muchos colombianos por su nivel de ingreso diran prefiero comprar GEF porque es mas barato y es muy bueno, y otros lo harán porque realmente prefieren GEF sobre Chevignon por sus razones particulares.


Esto nos deja en un escenario muy interesante para 2016. El precio de los importados crece y debido a esto no se están importando muchos productos y marcas que veíamos en 2013, dejando enormes espacios de mercado para las marcas locales; pero estas no pueden cometer el error de pensar que pueden seguir compitiendo con el mismo producto y la misma marca.


¿Por qué debe cambiar la marca?, porque las que tenemos no son lo suficientemente desarrolladas para el mercado que hoy tenemos. El comprador y el consumidor de hoy son muy diferentes a los de 2007, porque se dio un proceso de educación del mercado con la entrada de más productos y marcas. Por esto GEF, Tennis, Pat Primo, Studio F e incluso Carlos Nieto evolucionaron su marca con más experiencia, producto, comunicación y contenido, pero el grueso del mercado no lo ha hecho, a excepción del mundo del jean sin bolsillos, que pasó de ser una cosa “trashy”, a convertirse en un líder del mercado y un renglón fundamental de exportación.


El comprador 2016 pedirá mejor producto, más marca y los mismos precios, y como no podemos darle eso, nos toca cambiar la ecuación: les daremos un mejor producto, una marca diferencia y le pediremos que pague más por calidad y exclusividad, y esto permitirá el crecimiento de las marcas locales, y redefinirá el ecosistema de moda en Colombia. Sobra decir, que no será fácil.

2016, EL SOFISMA DE LA INFLACIÓN, Especial para la Revista Portafolio

A solicitud del honorable Dr. Don Jaime Viana Rojas, el Primero

Cerramos con una inflación alta en 2015. 6,77% es una cifra fuerte e inesperada por muchos, pero inevitablemente cierta: la canasta de Bienes y Servicios que mide el DANE cuesta un 6,77% en diciembre de 2015 frente al mismo mes del año pasado.

Tiene sus causas en cosas que se vieron gestar lentamente: mayor costo de los alimentos, de los importados, de los servicios públicos y de los arriendos, adicionalmente, Santa Fe volvió a poner de su parte con el costo de la boletería de las finales de futbol. Estas causas tienen consecuencias poderosas, porque la inflación de cierre de año tiene la trampa de indexar hacia el futuro una mayor inflación, ya que los servicios públicos, los arriendos, la educación y la salud; la gasolina, los alimentos y los importados dependerán más de los cambios de precios del mercado, pero ya sabemos que cerca del 25% de IPC subirá cerca del 7%.

¿Qué nos salvará de una inflación igual o más alta?, el ciclo agrícola o bien las importaciones de alimentos; quizá algo del precio de la gasolina y algunos productos que se puedan traer más baratos; algo parecido ocurrió cuando en 2008 se marcó una inflación del 7,67% y en 2008 se logró una del 2%, debido a la baja en los precios de los alimentos y una guerra de descuentos sin precedentes en el comercio, por el temor la baja dinámica de la demanda.
 
Fuente: DANE, Datos autor

Según el Banco de la República, la inflación puede ser el 4,5% a final de año, tiendo un pico máximo entre marzo y abril, donde comenzará el descenso hasta el final de año. Más, esta proyección nos pone a pensar que el primer semestre será muy difícil para la capacidad de compra de los hogares, que verá dinamizada en el segundo semestre de manera muy positiva.
 
Fuente: DANE y estimaciones del autor

El sofisma está en que creemos que la inflación son los precios y no es así. La inflación es el aumento de los precios, no los precios per sé, y si un precio no cambia en un año, la inflación que tiene es de 0%.

Un buen ejemplo es el precio de la papa. Si un bulto de papa costaba 30.000 pesos en agosto de 2014, y en agosto de 2015 ya se vendía a 50.000, es claro que se causa una inflación del 66%, pero si en agosto de 2016, el bulto de papa se vende a 60.000 pesos, solo se da una inflación de 20%, e incluso, si se vende al mismo precio, la inflación será de 0%. Ya sabemos que muchos productos agrícolas han subido de precio por poca oferta, es decir, porque hay poco producto en el mercado, y esto se tiene que revertir, lo que hará que los precios de muchos de estos productos tengan inflaciones de 0% o negativas, devolviendo la inflación a un nivel más bajo, pero esto ocurrirá en el segundo semestre del año, mientras el primero continuará con presiones inflacionarias.

Es decir, si logramos bajar la inflación a un 4,5%, significa que los productos agrícolas y algunos otros subieron sus precios por debajo del 3,6%, o quizá algunos bajaron de precio, teniendo inflaciones negativas que permitirían que esto pasará.

Desafortunadamente, el debate se ha centrado en quién tiene la culpa de los precios. Ha sido fácil señalar al comercio en este proceso, comenzando por el reetiquetado a final de año en la temporada de navidad y por las alzas de los precios de alimentos, donde existe una especulación en algún punto de la cadena, que viene afectando a los hogares y el indicador macroeconómico. Culpar al comercio es un enorme error, aunque es posible que algunos intermediarios y comerciantes estén aprovechándose de la situación, pero no las grandes cadenas o el tendero de la esquina, porque cada uno tiene una regulación particular de mercado.

El debate se debe centrar en comprender que las causas son externas y no internas, y buscar soluciones; porque con una devaluación acumulada del 70% en 16 meses, la inflación solo se ha visto afectada en un 7%, y el efecto de El Niño, ha golpeado a los cultivos con aumentos de precios de hasta el 80% (como en el caso del frijol), cuando las lluvias han caído más del 90%.

El gobierno ya subió el salario mínimo y el Banco de la República ha subido tasas, quizá esto cause un efecto de prudencia en el comprador, causando una baja de precios en ciertos productos por la menor dinámica de la demanda como en 2008, más veremos una inflación creciente hasta mediados de año. Es momento de tomar acciones de mercado.

domingo, 28 de febrero de 2016

MAS POR LO MISMO, Especial para la Revista P&M

CONSUMER DATA ANALYSIS
MAS POR LO MISMO
Por Camilo Herrera Mora
Presidente de RADDAR Consumer Knowledge Group

2015 finalizó con una inflación alta. Alta para la historia reciente de Colombia, pero no tan alta como dicen. Además, todo parece indicar que puede ser inclusive más alta, llegando al 9% a la altura de marzo y abril de 2016, y eso tiene a todos asustados, pese a que todos se confunden sobre que es la inflación.

La inflación no es que algo este caro, es que cambio mucho su precio. En el mundo entero se mide la inflación de un país, considerando siempre los precios de una canasta fija de bienes y servicios; es decir, que siempre se miden las mismas cosas y se asume que la gente siempre compra las mismas cada mes. Algo así como que usted mensualmente compra leche, paga arriendo, compra ropa, carro, va a cine y se monta en un avión, lo cual es evidentemente imposible que se haga de manera igual cada mes y poco probable que he haga igual que en el mismo mes el año pasado. 

Siendo así, la inflación que mide el gobierno, es un indicador económico de precios y no necesariamente el cambio del costo de las cosas que compramos, simplemente porque cada mes compramos cosas diferentes, en cantidades diferentes, en lugares diferentes e incluso de marcas diferentes. Por esto, no comprendemos los datos de inflación y sentimos que son lejanos de nuestra realidad.

El problema radica que muchas cosas están vinculadas a la inflación y eso hace que el tema sea muy sensible, y como es normal, culpamos el gobierno de turno por lo que pase con todo.

Hoy la inflación es de origen agrícola en Colombia, porque cerca de la mitad del aumento del valor de la canasta de bienes que mide la inflación, es causado por el cambio de precios en los alimentos, que son más costosos por El Fenómeno del Niño y no por la devaluación; lo cual es una buena noticia, porque la inflación se va a frenar; y esto es lo que la gente no entiende, porque nunca ha pensado bien el tema.

Un buen ejemplo es el precio de la papa. Si un bulto de papa costaba 30.000 pesos en agosto de 2014, y en agosto de 2015 ya se vendía a 50.000, es claro que se causa una inflación del 66%, pero si en agosto de 2016, el bulto de papa se vende a 60.000 pesos, solo se da una inflación de 20%, e incluso, si se vende al mismo precio, la inflación será de 0%. Ya sabemos que muchos productos agrícolas han subido de precio por poca oferta, es decir, porque hay poco producto en el mercado, y esto se tiene que revertir, lo que hará que los precios de muchos de estos productos tengan inflaciones de 0% o negativas, devolviendo la inflación a un nivel más bajo, pero esto ocurrirá en el segundo semestre del año, mientras el primero continuará con presiones inflacionarias.

A esto se suma, que hay muchas inflaciones que no vemos, pero dos en particular: nunca nos acordamos de las cosas que no cambian de precios o los bajan, y casi nunca sabemos el cambio de precios de cosas que no compramos frecuentemente. Esto es un factor sicológico fundamental en la teoría de precios: nos acordamos más de lo que nos duele que de lo que nos hace felices, y como no compramos algunas cosas frecuentemente (carros, ropa, colchones), no sabemos si realmente han subido de precios o no, y al final no lo podríamos saber, porque no vamos a comprar el mismo carro o el mismo colchón.

Por eso la inflación es un misterio para la gente, y este año será uno de los grandes protagonistas, porque muchos productos deberán subir precios por el aumento de sus costos fijos por salarios, importación de materias primas e inclusive por IVA, pero esto falta por verse.

¿Qué es lo que más le duele a gente?, la gente no sabe si hay papa cultivada o no, ni mucho menos por qué tienen que subir las tarifas de energía, o por qué una boleta de cine es más cara; a la gente le duele mucho tener que pagar más por lo mismo, ese es el problema, y sin duda, la gran oportunidad que nunca hemos comprendido los marketeros.

Como vamos a subir precios, subamos el beneficio; esa es la gran oportunidad. 

No tiene sentido que subamos de precios, y esperemos que nuestro comprador comprenda que nuestros costos cambiaron; es mucho más fácil y poderoso para la marca, demostrarle que no paga más por lo mismo, sino más por mucho más. 

El vacío de contenido al subir de precios, es la génesis de la guerra de precios. Todos subieron sus costos fijos, todos; todos compran cosas más caras por la devaluación; todos pagan más salarios; todos tienen los mismos problemas. El comercio comprende esto, y cuando usted le dice que le va a vender lo mismo que el año pasado, a un mayor precio, el inmediatamente le va refutar el aumento, o que le dé el mejor precio posible, y así comienza la guerra de precios, los descuentos y las promociones que no generan valor al mercado.

2016 será un año retador para todos, porque debemos subir precios y darle más al consumidor final, o de lo contrario, llegará alguien más barato que cumpla con satisfacer lo básico, o un jugador nuevo a un precio similar, que solo por el hecho de ser nuevo lleva las de ganar. La verdad, el juego es el mismo de siempre: como darle cada vez más satisfacción al consumidor.

martes, 23 de febrero de 2016

¡QUÉ LOS CARROS NO EXPLICAN EL COMERCIO!, Columna para Portafolio

Según el DANE, el comercio minorista creció 2,8%, y 5,7% sin vehículos en 2015. Según los datos del RUNT, en 2015 se matricularon cerca de 285 mil carros, cayendo un 13% con respecto al record de 328 mil de 2104. Lo que no se explica bien, es por qué un producto que sólo vende 300 mil unidades al año, pesa cerca del 17% del Índice del Comercio Minorista del DANE.

Al revisar los datos de cuentas nacionales de 2014 (para poder hacer las comparaciones), se puede apreciar que los bienes durables pesan cerca del 6% del consumo de hogares, es decir el 4% del PIB; por otra parte, la fabricación de productos de transporte pesa el 0,3% del PIB. En las importaciones, los vehículos pesan el 9% del valor de las importaciones y sólo el 1,9% de las toneladas métricas importadas. De las exportaciones, los vehículos son cerca del 1% de las exportaciones en dólares y algo así como el 0,04% del tonelaje exportado. Es decir, que en el año en que más carros se vendieron sólo aportaron el 0,3% del PIB, fueron el 10% del valor del comercio internacional (en déficit) y no llegan a ser el 6% del gasto de los hogares, pero el DANE dice que explican el 17% del dato del comercio minorista. Eso no tiene sentido.

Curiosamente si se revisa la confianza del consumidor que mide Fedesarrollo, ocurre lo mismo. El método desarrollado por la Universidad de Michigan, le da un enorme peso a la potencialidad de compra de vehículos en el indicador y este se cae con mucha fuerza ante la caída en la intención de compra de carro, como ha ocurrido en los últimos meses.

Esto me lleva a hacerme preguntas relevantes: ¿Cuándo se miden carros en Colombia, también se involucran los usados?, la respuesta es no para la medición del DANE y seguramente si en la medición de Fedesarrollo; ¿La dinámica de compra de carros explica la dinámica de compra de los hogares?, si, según la Encuesta de Comercio Minorista del DANE y la Confianza del Consumidor de Fedesarrollo, pero según las cuentas nacionales, no. Quedando una pregunta obvia, ¿a quién le debemos creer?

Haciendo un ejercicio sencillo – y aproximado – en 2014 las ventas de carros nuevos pudieron ser de $11,5 billones de pesos, que significa el 2,4% del consumo de hogares según el DANE, mientras que lo que se puede comprar en el comercio significa cerca del 48% del gasto; en otras palabras, en 2014 los carros nuevos fueron cerca del 5% del valor de las compras en el comercio de los hogares, no el 17% como el índice plantea.

Esto nos deja en una enorme disyuntiva. ¿el DANE está haciendo la tarea mal?, y la respuesta es simple: ¡No!

Lo que pasa es que dentro de la metodología de comercio minorista del DANE, solo se miden empresas que vendan un monto superior al $3.000 millones de pesos al año, lo que puede representar menos del 30% del total del comercio en Colombia, debido a la enorme atomización del mismo y la informalidad.

Los que fallan son los analistas. Que siguen mirando este indicador como si fuera todo el mercado y el dato de la confianza de Fedesarrollo como un termómetro explica la totalidad de la demanda. En ambos métodos es fundamental comprender que no miden el gasto en servicios, nuevos canales, canales informales, ni la compra de usados. Por eso, la venta de carros nuevos no explica la dinámica del comercio minorista en Colombia ni el gasto de los hogares, pero si explica el indicador del DANE y de Fedesarrollo.

viernes, 12 de febrero de 2016

ARGOS: POR LA MARCA SE PAGA, Especial para Compass Branding

En una reciente investigación de RADDAR se pudo apreciar que cada vez más la marca de las constructoras es un factor fundamental para la decisión de compra de vivienda en el país, y que esto se refleja en que al tener una vivienda de una constructora de marca reconocida su valoración crece tres veces más que una de marca desconocida.

¿Por qué pasa esto?, porque la marca es una garantía al comprador y un beneficio al consumidor. Comprar una gaseosa es fácil: tiene un bajo desembolso y si por algún motivo no le gusto, se pierde un poco de dinero y no la vuelve a comprar; la compra de vivienda es el desembolso más alto que hacemos y estaremos con ella por muchos años, por esto el rol de la marca de la vivienda cada vez es más importante, y a esto se suma que la mayoría de los compradores ya tienen experiencia sobre las características de los inmuebles y saben mirar los detalles fundamentales de la cotidianidad, como la entrada de la luz, el tipo de ascensor y los materiales de los terminados, como la cerámica sanitaria o la grifería.

El comprador también sabe de insumos y cada vez pregunta más por ellos. ¿Qué pintura es?, ¿Qué cemento es?, ¿Qué tubería tiene?, ya que por muchos años nos dijeron “que el tubo tuvo la culpa” y que las pinturas tienen nombres, calidades y colores, pero nunca nos había hablado del cemento.

El cemento es un producto frio y lejano para las personas, quizá porque lo ven y usan todo el día, o porque no saben de él, y asumen que todo son iguales, como el agua o la gasolina de las estaciones; en ese entorno Argos entró a educar al consumidor con un lenguaje simple, cercano y práctico, causando un vínculo muy importante con las personas: el cemento ya no es frio, es cálido.

Este ejercicio ha permitido que la marca se posicione en la mente de los consumidores y no solo en la de constructores y maestros de obra, logrando que se convierta en un insumo que asegura la calidad emocional de los inmuebles. Claramente un consumidor no tiene el conocimiento técnico para diferenciar entre los tipos de cementos, ni mucho menos las condiciones de su preparado desde cemento puro hasta concreto con aditivos, pero si sabe que le da tranquilidad, más aún después de las noticias sobre construcciones que fallan fatalmente.

Son muchos los ejemplos en el mercado de marcas “powered by” como Intel o Mercedes Benz a nivel global, y como lo hizo en el pasado Coltejer con los jeans, o Fruco con las comidas rápidas. Ahora, Argos retomando las lecciones de Pintuco, Pizano o Pavco, redefinió la categoría, que para mucho era inmodificable por ser un producto básico, lo mismo que decían de la categoría de arroz.

¿Esto que le ha significado al mercado?, que el comprador y el consumidor exijan más, que Argos sea una organización más rentable y el ecosistema de construcción deba replantear sus compras debido al cambio en las exigencias del mercado. Este es el primer paso – o quizá el segundo – de la consolidación de un mercado educado, que revisará y exigirá materiales en sus viviendas y remodelaciones, permitiendo una mayor calidad de producto y mejores niveles de satisfacción.

Quizá lleguemos al momento, en que en una pared de nuestro apartamento este el logo de Argos visible, como está el de Corona en las líneas sanitarias, o Grival en la grifería, y esto nos de tranquilidad del producto, porque es un sello de calidad adicional en nuestro inmueble.

martes, 9 de febrero de 2016

EL POSTCONFLICTO NO ES CARO, Columna para Portafolio

El postconflicto no es tan caro ni tan desastroso. Continuamente vemos columnistas opinando sobre temas económicos con más pasión que fundamentos, asustando a las personas, como si quisieran transformar la opinión de la gente hacía posiciones políticas y no racionales.

Son diversos los cálculos que se han hecho sobre este costo; según estimaciones de RADDAR esto puede ser como mínimo de 400 billones de pesos; 400 billones de pesos son cerca de la mitad del PIB en 2015, y 2,5 veces el presupuesto nacional de ese año. Puesto así, es simplemente impagable.

Pero, esto se estima por 20 años, por lo tanto, solo se asumirá una fracción de ese costo en cada periodo, que será cercano al 5% del PIB, incluyendo todos los costos; cerca del 80% son gastos militares y sociales que ya están en el presupuesto, lo que nos deja que el postconflicto puedo costar cerca de 1% del PIB, es decir, más o menos el 3% del presupuesto nacional.

Se debe aclarar que este 1%, que son más o menos 7 billones de pesos, no son para pagar los guerrilleros, sino para la reparación de víctimas, restitución de tierras y programas en saneamiento básico, infraestructura, programas agrícolas y demás acciones sociales que requiere el campo colombiano, manteniendo el mismo pie de fuerza de hoy y creciéndolo año a año.

La mentira toma fuerza cuando se dice que un salario mínimo no llega a los 700.000 y que a cada guerrillero le darán $1´800.000. Esto es un sofisma muy peligroso en contra del proceso. En los pasados procesos de reinserción se hizo lo mismo con el M-19, Quintín Lame, Corriente de Renovación Socialista del ELN y Paramilitares. Hagamos las cuentas: si son 10.000 guerrilleros, y se les paga por 5 años (como se ha hecho en el pasado), estamos hablando de 216 mil millones anuales, que sería algo así como el 3% del costo anual del proceso, es decir el 0,03% del PIB. Mientras que son cerca de 2 millones de personas que reciben un salario mínimo, con un ingreso de 16,7 billones de pesos, que representan el 2,4% del PIB. Simplemente, no se puede hacer la comparación.

Todas estas afirmaciones sin peso dañan el proceso, y valga de decir que yo si quiero que ese proceso termine en una firma del fin del conflicto; más, comprendo que para muchas de las personas mayores de 50 años esto sea muy difícil, y sé que los menores de 30 lo exigen como un deber de sus padres hacía sus hijos, haciendo que el tema político sea muy complejo: porque unos quieren ganar la guerra y otros que se llegue a un acuerdo sin más muertes.

Es momento que comencemos a pensar este tema con la cabeza y no con el pasado. Muchos hemos sido víctimas del conflicto y muchos desean que las cabezas de la guerrilla sean condenados y puestos tras las rejas, pero también saben que en un proceso de paz eso es imposible, o de lo contrario no se estaría negociando nada. 

Una cosa que se nos olvida y que debemos aceptar, así sea muy duro decirlo, es que ellos también son colombianos, delincuentes, terroristas, desalmados, pero colombianos, y nuestro deber es hacer la paz con ellos y con nosotros mismos.

¿MAL PRESIDENTE?, Columna para Portafolio Recibidos x

¿Mal Presidente? Por Camilo Herrera Mora En un chat de unos amigos muy inteligentes e informados, leí que estamos en un “Rookie Time”...