sábado, 18 de julio de 2015

SOBRE NORMAS, Columna para El Nuevo Siglo

Por algún motivo, unas personas consideran que cumplir la ley es ceder la libertad, ya que la ley defiende a los poderosos y oprime a los débiles.

La ley y el orden no son otra cosa que un mecanismo para defender nuestros derechos frente a los abusos de los demás, pero como en muchos casos la ley es entendida como una cosa que se puede interpretar y modular según la situación, no tenemos problemas en incumplirla bajo un cúmulo de argumentos que fundamenta torpemente nuestro actuar.

Si le exigimos a alguien que se comporte en la calle como debe ser, la reacción de muchas personas es violenta, porque nos han educado para hacer las cosas a nuestra manera y aprovechando toda oportunidad que haya, y por esto no tiene ningún sentido respetar las señales de tránsito, guardar basura en el bolsillo o pasar por la cebra.

El problema no son la leyes, somos nosotros; no las respetamos porque estas parten del principio de la colectividad y no de la individualidad, y exigen que reduzcamos nuestros beneficios para que todos tengan un mayor beneficio colectivo; mas esto, queda atrapado en la necesidad egoísta de tenerlo todo, aun a costa de nuestra propia vida, como cuando algunos peatones pasan la calle como payasos saltarines.

No podemos tener respeto a la ley sino respetamos a los demás, y ahí está el nudo del problema; desde niños nos enseñan a obedecer o hacer las cosas como queramos, pero nunca poco se nos dice que ambas cosas solo se pueden hacer si respetamos a los demás y sobre todo si nos respetamos a nosotros mismos.

Todos los días hacemos cosas donde nos irrespetamos; porque cada cosa que hacemos de forma contraria a lo que creemos que es correcto, es la forma más común de irrespetarnos; afortunadamente siempre tenemos una excusa para autojustificarnos y casi siempre recae en que la ley o la norma está equivocada.

Sin duda es posible que las normas estén mal, pero de antemano  sabemos cuáles son y que dicen, y pese a esto actuamos en dirección contraria aprovechando que tenemos la argumentación para decir por qué no la cumplimos.

Básicamente, negamos la ley porque no nos conviene, porque nos pide que sacrifiquemos algo por los demás y no estamos dispuestos a hacerlo, porque creemos que nadie se sacrifica por nosotros, o bien, algunos creen que no se deben sacrificar porque están en una condición menos favorable que la de otros.

Deberíamos comenzar por aprender a poner normas en nuestro grupo social o familia, y ver como la única forma que funcionen es logrando que todos pongan algo y todos ganen algo, y que hacerla cumplir parte de la premisa de confiar en el otro y respetar sus decisiones. Quizá así, nos demos cuenta de lo significa una ley o una norma.

Colombianada: ¿por qué será que pensamos que las normas son para los demás y no para nosotros?

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