martes, 14 de marzo de 2017

TODA TRADICION FUE UNA INNOVACION, Columna para Portafolio

Toda tradición fue una innovación
Por Camilo Herrera Mora

¿Lo nuevo o lo viejo?, es la gran pregunta del mercado, y la gran verdad es que toda cosa vieja fue nueva algún día, y toda cosa nueva será vieja. El debate se ha centrado en el concepto de innovar, bajo la premisa que las cosas nuevas son más llamativas para el mercado y que las cosas que ya están no están logrando satisfacer a los consumidores.

Estas premisas no son ciertas. Hay muchas cosas que no han cambiado y continúan siendo vigentes, porque han logrado cumplir con su objetivo; otras por el contrario avanzan al ritmo de los avances tecnológicos, y deben mantener la curva de transformación, sin perder en el fondo su esencia, como es el caso de la moda.

El mercado hoy necesita un sano equilibrio entre lo innovador y lo tradicional, ya que en muchas cosas requerimos mejoras sustanciales y en otras es necesario que los productos sean un punto de referencia. La velocidad del cambio tecnológico va inevitablemente acompañado de la redefinición del rol de muchos productos como el colchó de la cama. Ese colchón hoy no solo sirve para dormir sino para cenar, trabajar, jugar, ver películas, televisión y leer libros, porque cada vez más le damos más usos a un producto que básicamente no ha cambiado en nada, demostrándonos que no es necesario plantear cambios dramáticos a los productos, sino darles nuevos momentos de consumo.

El punto es que debemos estar pendientes de los cambios de comportamiento del consumidor, para plantearle mejores soluciones a sus necesidades, así estas no signifiquen lanzar un nuevo producto. Por diversos motivos creemos que lo nuevo es lo mejor, y que muchas de las cosas que usaron nuestros padres no son necesaria o son mal diseñadas, pero esto lo decimos mientras pensamos en volver a usar pantuflas por el frio que está haciendo en la ciudad, pese a que muchos se reían de sus padres por usar esas cosas.

Muchas de las cosas que hoy están el mercado funcionan bien y solo con enseñarle a la gente a usarlas correctamente o de maneras inesperadas, las condiciones del mercado pueden mejorar profundamente. Lo mismo ocurre si hay cambios de tendencias, como ha ocurrido con los matrimonios, donde cada vez más nos invitan a fiestas blancas, y nos ha tocado comprar guayabera y pantalón de lino.

El mercado colombiano está en un momento donde es fácil caer en la trampa de hacer cosas mal hechas y perder mucho dinero en el proceso. Las guerras de descuentos ya son casi inútiles, porque la entrada de productos de marca blanca y de cadenas de descuentos, se han llevado a los compradores de precio y capturado una parte no despreciable del mercado.

En este momento, más que nunca, toca hacer las cosas bien, porque al haber menos recursos, el riesgo de equivocarnos puede significar una pérdida muy grande. Por esto, las compañías están revisando con mucho cuidado entre sus productos líderes y los lanzamientos que van a hacer, para mantener la tradición y de allí liderar la innovación, porque las que ya están en el mercado tienen la ventaja de tener una relación previa con el comprador y esto hace que este más dispuesto a probar cosas nuevas de los de siempre.
2017 será un año de grandes innovaciones y de la consolidación de grandes tradiciones.

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