miércoles, 4 de enero de 2012

¿A QUE VELOCIDAD DEBEMOS CRECER?, Columna para La República

Las cifras del PIB son muy buenas y muestran que la inversión comienza a mover la economía junto con la demanda interna. Mientras tanto, en las minutas de la Junta del Banco no es clara la posición sobre la tasa de interés, situación que nos deja una pregunta: ¿a qué velocidad debemos crecer?


Mucho se ha dicho sobre el rol de la política monetaria para mantener un crecimiento sostenido, sobre todo desde la decisión de la política de inflación objetivo; es evidente que desde el artículo sobre inflación y desarrollo de 1994 del hoy Gerente General del Banco, la decisión hacerlo era claro, asegurando el deber constitucional; desde allí bien se puede comprender que el Banco ha actuado desde la funcionalidad de la “política sistemática” de ajuste monetario desde la conocida Ley de Taylor de 1991.

Hoy casi todos los países que tenía inflación objetivo la han abandonado y reconocen que la propuesta de Taylor funcionaba bien en economías grandes y con el entorno económico de los noventa, pero que el mundo hoy está más interconectado, donde el sector privado y el público pueden acceder a recursos, como ha ocurrido recientemente en nuestra economía.
La propuesta de Taylor es simple: si la inflación y/o la economía crecen la tasa de referencia se debe ajustar. Esta “política sistemática” ha llevado a que ante aumentos inflacionarios o crecimientos de la economía, el Banco suba la tasa de referencia para controlar la velocidad de la economía; siendo así la tasa de referencia un freno de prudencia para evitar que los precios se desboquen y que la economía no crezca rápido para evitar caídas del PIB.

Lo cierto es que este esquema funcionó bien pero hoy parece ser un freno al crecimiento y la distribución del ingreso, ya que no contamos con la inflación de los noventa ni con la baja integración de ese momento. La evidencia muestra que un mayor crecimiento del PIB causa  una mejor distribución del ingreso y la riqueza como ocurrió en la primera década de los 2000, pese a la aparente posición del Banco de mantener un crecimiento más lento, con aumentos de la tasa de un cuarto de punto, lo cual evidentemente no es el resultado de una ecuación sino la decisión política de mandar un mensaje al mercado.
La crisis financiera de 1997-1999 nos mostró la vulnerabilidad del sistema financiero en su control de riesgo, pero el cambio del modelo hipotecario que tuvo su máxima expresión en 2004 cuando el UPAC paso a depender completamente del DTF, también tuvo mucho que ver.
Debemos reconocer que Colombia no es la misma de 1994 y que debemos pensar en dejar atrás la inflación objetivo y la premisa de Taylor, porque nuestra economía puede crecer más rápido que al 5% sin tener grandes cambios inflacionarios, y asumiendo el riesgo de tasas superiores al 7% seguidas de tasas inferiores al 2%, sin ver estos “picos” como fenómenos negativos, sino como ajustes propios de la economía y como efectos estadísticos porque nos comparamos con una base más grande.

Así hoy al parecer Banco apunta a crecimiento cercano al 5%, el gobierno a crecimiento superior y la industria a uno mucho mayor, pero la “política sistemática” de Taylor nos castiga por crecer más y genera tasas de referencia más altas, causando una desmotivación en la industria mediana y pequeña y el consumo de hogares, mientras que a las grandes empresas las motiva a emitir acciones o buscar recursos de deuda externa con mejores tasas.
No tengamos miedo. Ya hemos hecho todo para que dejemos atrás la inflación objetivo sin descuidarla, y que crezcamos por encima del 7%, fomentando el consumo de hogares con deuda sana, y así la demanda interna generará que la oferta cree empleo, y que el ingreso y la riqueza se distribuyan más rápido. Crezcamos rápido, se lo debemos a los pobres.

¿MAL PRESIDENTE?, Columna para Portafolio Recibidos x

¿Mal Presidente? Por Camilo Herrera Mora En un chat de unos amigos muy inteligentes e informados, leí que estamos en un “Rookie Time”...