sábado, 2 de marzo de 2013

DE PAROS Y HUELGAS PREELECTORALES, Columna para El Nuevo Siglo


Gobernar es muy difícil, y más cuando las cosas  se hacen correctamente, y no en pos de la popularidad; pero esta premisa política es muy compleja en un entorno de reelección, donde el deber de gobernar se confunde con la necesidad electoral.

Para Uribe fue simple mantener una alta popularidad por su estilo de liderazgo, su tono de comunicación, la curva ascendente de la economía y los golpes militares; por esto su  imagen se mantuvo muy alta y su reelección sobre tuvo la barrera del “articulito”. Para Santos en escenario es diferente: es distante de la población (y eso no se arregla manejando un bus), la economía está en la cima de ciclo y está en los diálogos con las autodenominadas FARC, que para muchos es el enemigo histórico que debe ser vencido por las armas.

Así, muchos sectores aprovechan la situación, mostrándonos lo que seguirá ocurriendo en la política nacional, como ya lo había dicho: el tercer año de gobierno del presidente será una tensión política, económica y social en pos de asegurar la reelección.

Diferentes grupos de interés pondrán contra la pared al gobierno, amenazando por dañar su imagen sino cede a sus pretensiones: el primer golpe vino de la huelga judicial que no tuvo gran impacto; el segundo golpe lo dieron los confeccionistas (de una manera no violenta) y lograron un arancel temporal, donde el gobierno mostró que estaría dispuesto a proteger sectores, y desde ese punto el carbón, el café y el cacao comenzaron diversas huelgas.

Quién sabe que otros sectores vayan a reaccionar, pero sin duda esto depende de la solución que tenga el gobierno a cada proceso, y como se ven las cosas las soluciones serán marginales y mucho menos mediáticas que las huelgas y los paros. Esto no sólo afectará la imagen del gobierno nacional, sino que le causará serios problemas a las instituciones nacionales, en el momento en que todos los políticos renuncian para no inhabilitarse para las elecciones del Congreso.

El camino que le queda a Santos es corto y estrecho. Lo que lo lleva a tentaciones de eventos enormes para recuperar la imagen, lo cual puede llevar a una decisión electoral y no necesariamente de un gobierno responsable. Esperemos que la tentación del poder no afecte la responsabilidad del mismo.

Colombianada: el concepto es simple: si negocia con nuestros enemigos, ¿por qué no con nosotros?

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