martes, 5 de marzo de 2013

LOS ECONOMISTAS NO SOMOS RICOS, Columna para Portafolio


Es curioso como siempre se señala a los economistas de la tenebrosa globalización y el malvado neoliberalismo, que favorece el egoísmo humano y que lleva a los mercados a no ser éticos y a la acumulación de capital.

Los economistas hemos propuesto un sin número de modelos abstractos de interacción económica, buscando la eficiencia de los recursos en un entorno de escases: se han propuesto cosas sobre relaciones entre países grandes y pequeños según sus ventajas comparativas y su competitividad (Ricardo), se ha definido esquemas de equilibrio buscando no el beneficio particular sino el bien común (Nash), y hasta se ha propuesto un modelo donde las preferencias son más importantes que el precio (Kahneman); planteamos los derivados financieros, la valoración de activos por inflación y los Bancos Centrales; pero no hay evidencia que hayamos creado la tasa de interés y los bancos (que parecen son de origen Griego) o los impuestos (de los cuales hay evidencias desde las tribus de la media luna fértil).

Sin lugar a dudas hemos cometido grandes errores. Hemos planteado normas que regulan de más y algunas que no regulan casi nada, dejando a la naturaleza humana las interacciones financieras, donde el egoísmo y la avaricia han causado serios problemas, como se evidencian continuamente en las bolsas de valores. También es cierto que no hemos logrado solucionar los problemas de la pobreza, de la distribución de la riqueza y del manejo eficiente de recursos.

Ningún premio nobel de economía está en la lista de los hombres más ricos del mundo. Esto quizá se debe a nuestra naturaleza académica, más quisiera pensar a que tiene algo que ver con una comprensión más alta de la ética de los negocios, porque de una u otra manera, una mente brillante como la estos grandes personajes podría ser usada para crear una gran fortuna.

Los economistas planteamos la globalización, los derivados económicos y hasta los regímenes de pensiones, pero no la propiedad privada, los bancos, la tasa de interés o los impuestos; somos una ciencia joven con menos de 300 años, y a diferencia de otras ciencias, surgimos de la teología; tampoco somos una ciencia exacta y los modelos que tenemos para explicar lo que ocurre y ocurrirá aún son muy inexactos, pero cada vez son mejores gracias a avances como los de Cobb y Douglas.

Sin duda muchas de las cosas que hemos planteado para mejorar la eficiencia del mercado ha sido usada por algunos para beneficiarse personalmente, aprovechando que tienen una estructura moral diferente a la nuestra.

Así, ser economista es ser un científico, más teórico que real, y no un ser malvado que busca que algunos sean más ricos que otros, y la mejor evidencia es esto es que acumulamos publicaciones y reconocimientos y no millones en nuestras cuentas bancarias.

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