martes, 4 de junio de 2013

EL BUEN CONSUMISMO, columna para Portafolio.co

Este fin de semana el canal NatGeo presentó la versión latina de “Nuestro Consumo”, realizado hace unos años en Inglaterra. El programa busca estimar cuantos productos, insumos y energía consumimos los latinoamericanos a lo largo de nuestra vida, y esto que huella ambiental deja; sin duda esta reflexión es fundamental en un mundo que se autocondena de consumista; pero la verdad es que el consumismo per sé no es malo, por el contrario es fundamental.

No quiero que esta columna se comprenda como una defensa al consumo extremo o una negación del impacto ambiental de las líneas de producción y disposición de residuos, pero cabe recordar que en el mundo entero las empresas ya han reducido su impacto y aumentado su huella verde como Nutresa y Alpina.

Tristemente la palabra “consumismo” se consolidó como una expresión negativa contra el esquema del libre mercado y se convirtió en un término despectivo, pese a ser uno de los términos más correctos que existen en las ciencias económicas. Claramente todos somos consumidores y por ende somos consumistas, pero este término se usa más para denotar a aquellos que consumen en extremo o mal.

El consumismo es el motor de nuestra sociedad, pero al decirlo así muchos atacarán la afirmación diciendo que es eso lo que acaba el planeta, causa las diferencias sociales y genera violencia, como claramente se aprecia en muchos documentos; lo cual puede ser cierto, y también que este esquema ha permitido mejorar la calidad de vida de las personas, reducir la pobreza y mejorar las condiciones del planeta, gracias a muchas acciones privadas y públicas.

Siempre será fácil tomar una posición crítica señalando lo negativo de un proceso, ya que todo proceso es imperfecto, y este tipo de posturas generan adeptos a rápidamente porque todos estamos en contra de lo que está mal, y al señalarlo, es fácil lograr un tendencia de pensamiento; pero en este caso en particular, NatGeo sólo muestra cuando consumimos o consumiremos, pero no habla del empleo que genera, de los impuestos que causa, de la reducción de emisiones, de la educación de consumidores y los esfuerzos públicos por la separación y tratamiento de residuos, causando un pensamiento negativo y prejuzgando el consumo.

Al ver el programa me preguntó si es malo que usemos pañales, rotemos de celular frecuentemente y usemos vehículos que consumen combustible e inclusive tomar café (todos productos de alto impacto ambiental), porque sin duda afectan al planeta, o debemos buscar productos de tipo orgánico, ambiental y menos industrializados; esta pregunta no sólo no tiene nada que ver con el consumismo, sino con la libertad de elegir en el mercado con la información suficiente sobre que es mejor según nuestras definiciones de vida.

Es fácil estimar cuantas botellas, libros, papel y ropa usaremos (aunque claramente se haga mal), y es aún más simple presentarlo como algo negativo, o desde la óptica de la reflexión de un consumo responsable, mínimo, minimalista y en lo posible orgánico, pero si fuera por toda la cadena social y económica detrás de cada producto jamás habríamos logrado la calidad de vida que hoy tenemos, donde la mujer puede estar inserta en el mercado laboral, donde hemos aumentado nuestras expectativa de vida e inclusive hemos mejorado el manejo del tiempo para aumentar el nivel educativo de la sociedad.

Como estudioso del consumo, y ferviente creyente del consumismo (desde su interpretación positiva), siento que el programa de NatGeo puede causar un efecto positivo que permita que reflexionemos como consumidores y nuestro rol con el entorno, pero desafortunadamente lo presentan como una responsabilidad de la industria que predetermina las condiciones de consumo de las personas, lo cual es claramente equivocado: el consumidor es libre de elegir que consume, cuando y como lo hace, y eso sólo puede ocurrir si hay múltiples opciones, o de lo contrario si estaríamos condenándolo a un dos opciones: la única o ninguna.

Igualmente condena a la industria como creadora de problemas ambientales, sin mostrar todo lo que ha hecho por mejorar las condiciones de vida, y mejorar sus procesos cada día para tener mejores productos y un menor impacto. Más, siempre será más fácil mostrar el problema y plantear un culpable, usando términos equivocados y aprovechando las emociones de las personas; en esta línea pronto habrá un debate por la emisión de CO2 de los humanos y se buscará la forma de reducir las tasas de natalidad y seguramente se revivirá el debate sobre el impacto de la industria del libro: ¿Qué impacta más el medio ambiente, las siembras programadas de árboles para producir libros o las pilas que tienen todas las pantallas móviles donde se reproducen los libros hoy en día?


El consumismo ha demostrado sus bondades y su origen natural muestra que es parte de la respuesta para una mejor calidad de vida; claramente debemos ser responsables como productores y consumidores, pero no esto no significa que debemos volver a procesos que no sólo han demostrado su ineficiencia sino una gran impacto social y ambiental, lo cuales hoy se olvidan porque es más fácil hacerlo que reconocerlo. No hay que confundir consumismo con mal consumo, como no hay que confundir ambientalismo con activistas violentos.

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