sábado, 10 de enero de 2015

NI PUEBLO NI PATRIA, Columna para El Nuevo Siglo

Estamos en el siglo XXI, en un mundo donde cada vez más se reconoce las diversidades que existen, donde la pobreza se reduce sistemáticamente y calidad de vida aumenta, con las consecuencias inevitables del envejecimiento de la población con sus enormes impactos en las finanzas públicas y la condición del planeta. Es un mundo que se aleja de las verdades absolutas y revisa de manera continua sus propias definiciones para ajustarlas al nivel de experiencia y conocimiento de la sociedad, pero se mantienen luchas extremas entre pensamientos políticos sin sentido.

En Colombia hemos visto como en el siglo XXI las palabras “patria” y “pueblo” fueron reestablecidas en los discursos político, logrando diferenciar el debate de deberes y derechos de las personas, bajo las torpes camisas de las llamadas derechas e izquierdas.

La patria se presenta como esa madre enorme a la que le debemos un patriotismo y obediencia ciega, y al pueblo se le muestra como una víctima de un sistema injusto que lo oprime, logrando crear dos fuertes pero vacías ideas, para que choquen en el debate político, y logren que las personas tomen posición según la condición que creen que representan en la sociedad: o son parte del pueblo oprimido o son parte de un nación a la que se debe obedecer.

Estas falsas premisas han fundamentado discursos torpes e incoherentes en los últimos años en los partidos políticos del país, generando confusión y caos, y llevando a un nuevo choque entre los que quieren un cambio y los que están cómodos en su actual condición. Es momento que el país comience a darse cuenta que para que algunos avancen no es necesario quitarle derechos a otros, lo que toca es aumentar las oportunidades y no seguir repartiendo las pocas que hay.

Debemos comprender como país que hay muchas formas de hacer las cosas y que ponernos de acuerdo es muy difícil, y esto es lo que permite que el país corrija lo que está haciendo mal o podría hacer mejor y premie lo que se hace bien. Ningún conservador o liberal, de izquierda o derecha, ambientalista o progresista está en contra de la lucha de pobreza, de la igualdad o de la redistribución del ingreso, pero si piensan que esto debe ocurrir de manera diferentes, y por medio del discurso político deben poder mostrar esta diferencia de esquemas y priorizaciones, pero se han quedo en el ataque continuo a su contendor aprovechando términos de patria y pueblo, quizá porque no creen en la fuerza de sus argumentos o simplemente porque ni siquiera los conocen. 

Es momento de un cambio profundo en el discurso político colombiano.

Colombianada: ¿los de derecha no son del pueblo?

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