martes, 20 de enero de 2015

NUEVO ENTORNO DE COMPRAS, Columna para Portafolio

Una de la principales alertas que se ha prendido con la devaluación del peso es el posible freno de la compras de los hogares, y si bien puede pasar, es mejor analizar más para comprender lo que podría pasar.

La alerta viene de pensar que lo colombianos compramos muchos productos importados y si estos aumentan sus precios un 27%, las compras se frenarán. Sabemos que del 100% del gasto de los hogares el 52% es en servicios y el 48% en productos, donde cerca del 22% pueden ser importados; es decir que cada $100 pesos que gasta un hogar cerca de $11 son importaciones, lo que de entrada reduce la alerta, ya que solo tendría un impacto cercano al 3% los precios totales de la canasta.

Cabe esperar cuanto de la devaluación van a transmitir importadores y comercio al precio final, ya que existen márgenes altos que les permiten amortizar los cambios para no afectar tanto la demanda. Adicionalmente, el comprador actuará de manera racional, y mirará si el producto importado es mucho más caro que el nacional, y tomará decisiones según sus gustos y capacidad de compra. Por lo tanto, el impacto sin duda será menor del 3% en total de los precios.

Esto causa dos situaciones. La primera se refiere a las categorías que son mayormente importadoras como vehículos, electrodomésticos y celulares, donde el aumento de precios se dará en toda la categoría y no solo en unos productos o marcas, lo que hará que para el comprador al final el efecto sea total y si desea comprar bienes de estas categorías, lo que se enfrentará es a un nuevo entorno y unas nuevas reglas de mercado. El segundo se refiere a la dinámica que esto causará en la industria nacional, que verá la oportunidad de retomar mercado en muchas categorías, exportar más y demandará más empleos, generando una expansión en la demanda interna, aumentando el ingreso de los hogares, lo cual puede absorber parte de la contracción de demanda.

En el mercado las cosas no son de suma cero, sino de suma positiva por lo general. Muchos importadores y comerciantes sentirán un freno en sus ventas, según como aumenten sus precios, pero la industria local tendrá toda la oportunidad de copar esos espacios con productos que no tendrán alzas tan altas y podrán salir de la guerra de descuentos.

Esto no excluye que desde el año pasado y antes de la devaluación del peso, era evidente que la economía perdería dinámica por razones diferentes, y en este mismo espacio ya había advertido que la demanda perdería velocidad pero sin grandes preocupaciones, más con el cambio de entorno, la profundización de ese freno dependerá de las expectativas de los compradores sobre los precios, como bien ocurrió en noviembre y diciembre, donde se observó un efecto manada en la compra de carros llevándolo a su record, anticipando la subida de precios y dinamizando el comercio. Si el comprador siente que el precio bajará, esperará para comprar. 

Por eso la condición del mercado depende de las expectativas que las autoridades le causen al mercado, y como nadie sabe el futuro del precio del petróleo, vienen tiempos de mucha especulación y expectativa, donde lo importado será más caro, lo local más cercano, lo usado una mejor opción y las compras online cambiarán radicalmente. Simplemente, tenemos un cambio de reglas de juego.

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