sábado, 9 de febrero de 2013

¿PARA QUÉ ESTA PAZ?, Columna para El Nuevo Siglo


Los diálogos en La Habana avanzan mientras FF.AA. matan cabecillas de frentes y las
autodenominadas FARC matan policías, mostrando mutuamente su impotencia para defenderse y su potencial de acciones limitadas pero mediáticamente espectaculares; mientras tanto se debaten en verdades a medias escondidas en manejos de sintaxis y acepciones del lenguaje.

Esta paz que se está buscando tiene como objeto cerrar un capítulo más en la violencia que
padecemos. Nos desmovilizará a todos los guerrilleros de la longeva organización, ni mucho menos cesará los ataques, los secuestros y el narcotráfico, pero cambiará la dinámica de la violencia, de economía y de la sociedad en general.

Es muy fácil y tentador buscar los errores del proceso y usarlos políticamente, más lo que se
necesita es que todos los colombianos nos sumemos a apoyar y aportar la proceso; en el foro agrícola se dio un espacio, y sólo estuvo representada la “sociedad civil de ala izquierda” buscando más conquistas sociales y menos desarrollo económico, y esto ocurrió porque aquellos que podían aportar con ideas tan poderosas como el impuesto de renta presuntiva a tierras de Hernán Echavarría, simplemente no fueron.

No podemos pensar que lograr la paz es esperar que se firme un pacto en La Habana: debemos opinar, aportar, plantear y soportar (en sus diversos significados) esta apuesta; no lo digo por apoyar al gobierno ni mucho menos a esta guerrilla, lo digo porque todos los colombianos estamos de acuerdo con que esto tiene que acabar y es evidente que por la vía de las armas no se va a lograr.

El acuerdo debe llegar a proponer un mecanismo que las ideas de las autodenominadas FARC puedan ser debatidas en el escenario democrático y no por medio de temor, y para eso sin lugar a dudas deberemos aceptar cosas muy difíciles para nuestra idiosincrasia, pero completamente fundamentales, como el perdón, la amnistía y no conocer toda la verdad. En más de 60 años de violencia han pasado muchas cosas, muchas víctimas, muchas pérdidas. Más esto no pude ser la excusa para no seguir adelante.

Yo quiero que mis hijos puedan ver el periódico y no vean una noticia sobre un ataque de esta guerrilla, que puedan disfrutar del campo, de nuestro país; y sé que para que eso pase debo aceptar lo que se acuerde en La Habana, siendo esta acción un verdadero “impuesto” por la paz.

Colombianada: Matar un Guerrillero es matar un colombiano que está equivocado y ha cometido enormes atrocidades pero no por eso puede estar condenado a muerte.

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