viernes, 1 de febrero de 2013

¡QUE OSADIA LA DE GILLETE! - Columna para PYM


Yo comienzo a ser calvo y tengo “pelo en pecho” (piernas, torso, espalda y hasta en las orejas). No tengo una barba tupida pero no “estúpida”, más mi hija desde que ha podido me ha hecho saber que no le guste que no me afeite el fin de semana, porque “la barba pica Papá”.

Yo he hecho caso omiso al comentario de Valentina, porque desde hace mucho decidí que no afeitarme el fin de semana es símbolo personal de no uniformarme para la jornada laboral. Curiosamente con mi esposa la situación obviamente es diferente y casi imposible de acertar, y creo que esto le pasa a muchas parejas (o eso espero), porque a veces prefieren que uno no se afeite unos días para tener una “sombra” y parecer algo dejado, lo cual para ellas que están enamoradas tiene un componente sexy importante y algunos días prefiere que uno esté perfectamente afeitado, encorbatado y perfumado; sin duda a nosotros también nos pasa lo mismo con su peinado, maquillado y forma de vestir, al punto que a algunos les encanta una mujer con el pelo húmedo y desarreglado y a otros una moña elegante con un camafeo en el cuello (que es curiosamente parecido a la parte superior de las medias de ligero). Y seguramente seguiremos fallando en esto.

Sin duda, todo esto tiene un componente erótico enorme, más surge de un tema de higiene y de códigos culturales de conducta, imagen y modales occidentales: hay que estar afeitado. De una u otra manera deseamos que los “pelos” no estén el cuerpo como signo de limpieza, y esto ha afectado sin duda mucho más a las mujeres que a los hombres, que deben depilarse las cejas, los pelos de las piernas, el “biquini”, pintarse el bigote y demás, porque la estética actual les plantea que la piel debe ser tersa, suave y cálida, y los pelos no ayudan mucho en esto y hacen que la simetría de la imagen se afecte; y seamos honestos: preferimos a las mujeres sin pelos, se ven mucho más bellas (o así se nos ha enseñado).

La belleza es un imaginario colectivo impuesto. Su definición cambia el tiempo y está ajustada a las tendencias estéticas y los desarrollos tecnológicos conforme a las definiciones de salud y prosperidad del momento; así, en el siglo XVIII la mujer “gordita” era el símbolo sexual, al igual que el hombre, porque demostraba abundancia, gusto y buen comer, hoy claramente es diferente, debemos ser delgados, atléticos y afeitados.

Esta dinámica ha llegado a su punto máximo con la propuesta de Gillete: el hombre se debe afeitar todo el cuerpo. Sin duda esto no es idea de ellos, pero se la están jugando a un cambio cultural estético sin precedentes en Colombia. La apuesta es simple: la nueva imagen del hombre debe ser atlética sumada a una estética limpia, donde los pelos se convierten en el claro enemigo. Curiosamente el “hombre Gillete” siempre ha sido de barba tupida para poder mostrar la afeitada y han vendido que un hombre afeitado es sexualmente atractivo (sin importar que siempre pongan modelos de 1,80 mts, con músculos marcados y sin “gota” de grasa).

Esta osadía es increíble, estupenda y de avanzada, porque nos demuestra que el mercadeo puede adaptar los cambios profundos de la cultura de una manera tajante. Lo cierto es que lo que se ofrece no es nuevo ni innovador ni escandaloso, es simplemente el reconocimiento de una tendencia que es global sobre la nueva estética para el hombre y de su sensualidad; recoge los resultados culturales de la liberación femenina, donde la búsqueda de su pareja ya no tiene que ver con el atractivo económico sino el erótico (como lo plantea Catherine Hakim), porque ya la mujer no necesitan que la protejan ni la mantengan, y por esto ya no bastará para algunas el carro como elemento de seguridad económica y sexual, un lenguaje profundo y de alto conocimiento, la capacidad de hacer reír y divertir e improvisar, tener un cuerpo atlético sino tener el cuerpo afeitado. Conquistar ahora requiere la seguridad de mostrar el cuerpo desarrollado, cultivado y mantenido.

Más allá que eso es muy difícil en una sociedad de carbohidratos como en la que vivimos, pero mensajes como “un árbol sin maleza luce más grande” (sobretodo en videos virales) ha tenido un impacto enorme en el ego masculino, desplazando el concepto “entre más oso más hermoso”. Aún no se si esto ha tenido resultados comerciales, pero sin duda ha causado un golpe cultural enorme en pos de la felicidad actual de las mujeres y un duro cambio de la autoestima del hombre en Colombia. Mucha suerte a Gillete con esto, esto es mercadeo el bueno, del necesario, del enriquecedor.

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