sábado, 21 de junio de 2014

SEUDOPARTIDOS, Columna para El Nuevo Siglo

Quizá toda la podredumbre politiquería que vimos en los últimos seis meses sirvió de algo: hoy es claro que hay dos seudopensamientos políticos tomando forma en el país, y es posible que este desemboque en la consolidación de unos partidos políticos responsables para el país.

La fundación de nuestros partidos políticos en el siglo XIX fueron muy diferentes a lo esperado, al punto que los liberales eran clericales y los conservadores con apoyo urbano, y asimetrías como estas causaron que la primera mitad del siglo XX los partidos se mataran sin razones claras, porque los liberales tenía un ala ortodoxa muy fuerte y los conservadores un gran bloque progresista, que fueron alineados por medio de las estructuras verticales y el famoso bolígrafo, consolidando este esquema bipartidista sin sentido y sin ideologías diferenciales en el frente nacional, donde las personas escogía partido por su familia o ciudad donde nacieron.

Pasada la Constitución del 91, se da la explosión de movimientos independientes y sociales, que ya se dejaban ver con el Movimiento Revolucionario Liberal, el Nuevo Liberalismo y el Movimiento de Salvación nacional, que lentamente ha llevado a la reducción de los dos partidos tradicionales a menos del 40% del voto y han visto surgir a sus alas disidentes con mucho más poder; un buen ejemplo de esto es la Alianza del Gobierno con el Partido de la U, Cambio Radical, el Partido Liberal, la Alianza Verde y el Polo, y por el otro lado el Centro Democrático con los conservadores y demás partidos de centro derecha e incluso liberales no progresistas.

Sin duda mucho de esto pudo haber sido amalgamado con compra de votos, corrupción, apoyo de presupuestos público, nombramientos y otros juegos propios de la politiquería, más han resultado en la puesta en escena de dos seudopensamientos con los que mayorías importante comienzan a identificarse. La primera es la llamada derecha – que claramente no lo es – que representa las instituciones duras que buscan un país mejor por medio del cumplimiento irrestricto de la ley y el fomento de los derechos económicos (muy en la línea del neoconservatismo de Reagan o Thatcher), que deja ver que lo mejor es mantener lo que ha sido exitoso y buscar la forma de reducir la desigualdad desde la creación de riqueza e ingreso; la segunda es la llamada izquierda – que tampoco lo es – que representa la necesidad del cambio del entorno, las normas y las instituciones ante los desequilibrios y las asimetrías causadas por el statu quo y la tradición, y que busca normas más amplias en pos de los derechos civiles y el reconocimiento de otras formas de pensar, actuar y comportarse.

Alguno dirá que esto es el verdadero sentido conservador y liberal, y el clásico centro derecha y centro izquierda del mundo occidental, y quizá lo sea, si y solo si se logra pasar de unos seudopartidos de alianzas electorales a instituciones que defiendan ideologías, pensamientos y formas de hacer las cosas. Quizá estamos cerca de un renacer de los partidos en el país. Sería muy bueno.

Colombianada: no volvamos a las pasiones políticas desmedidas, pero aprovechémoslas para aceptar ideologías e identificarnos con ellas y creemos las instituciones que necesitamos.

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