martes, 17 de junio de 2014

DIAN Y ORTEGA, Columna para Portafolio

Cuando comencé a estudiar economía en 1992, el Banco de la República y el Departamento Nacional de Planeación se erguían como dos grandes instituciones que aseguraría el crecimiento y el desarrollo económico del país; en este sentido, hemos visto muchos escándalos en la DIAN, pero desde la llegada de Juan Ricardo Ortega esto comenzó a cambiar.

Muchos recordarán la lucha contra la corrupción, el cartel del IVA, los temas de contrabando y la mejor dinámica de recaudo tributario en la historia, pero quizá pase al olvido su intento de creación de un comité directivo (junta directiva de la DIAN) para evitar la discrecionalidad en la dirección de la institución y su enorme presupuesto en las manos de una sola persona, lo cual en el pasado consolido enormes mafias y permitió el robo de nuestros impuestos por parte inclusive de los mismos directores, pero la Corte Constitucional tumbó esta iniciativa, que ponía a la DIAN en la senda de ser una institución estatal independiente y no del gobierno de turno.

Esperemos que este legado perdure, que quién se siente a dirigir la DIAN después de Ortega tenga su misma ética, entereza, tenacidad, templanza y su enorme capacidad técnica y pasión por la ciencia económica, que algunos temerosos han confundido con arrogancia, porque cuando las ideas se defienden con pasión y evidencias técnicas es tan solvente el argumento que deja a los demás en la orilla de los oprobios o de los sin respuestas.

En pocos días se va el mejor director que ha tenido la DIAN en muchos años, y nace el temor de que su puesto sea cubierto por algún favor político y no por la necesidad técnica y moral de ese cargo; esperemos que el Ministro Cárdenas comprenda la gran oportunidad que tiene en sus manos de cambiar al país al nombrar a alguien de la mitad de las calidades académicas y humanas de Ortega, quien vivió meses imposibles llenos de temor por su familia y desesperanza por luchar contra miles de monstros de cien cabezas.

El país depende de una dirección de impuestos y aduanas seria, independiente, técnica y solvente, que no sólo sea una ventanilla de cobro y un equipo de auditoria, sino un thinktank que le proponga al país como ser el socio omnisciente de las empresas y el aliado de los declarantes.

La verdad, el país hoy pierde una oportunidad enorme de cambiar toda su estructura económica, su composición formal e incluso su forma de comprender la tributación más que como un deber como un derecho, porque la salida de este técnico es difícilmente remplazable. De manera egoísta preferiría que se quedará ahí otros 4 años mientras finaliza este gobierno y continua con la transformación que ha dejado, pero comprendo completamente el infierno que ha vivido y que su familia no merece. La verdad no se si hizo servicio militar o no, pero sin duda ya le hizo un enorme servicio a la patria.

Quedas sus enseñanzas, su dogma, su rectitud y su particular forma de hacer las cosas, en un equipo de colaboradores que comprendieron el espíritu de una verdadera dirección de impuestos y no de una casa de cobros. Esperemos que la DIAN independiente, pulcra y técnica con que Ortega sueña llegue pronto, y que su remplazo continúe el cambio que nuestro país requiere.

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