sábado, 3 de noviembre de 2012

EL SOFISMA DE LA TOLERANCIA, Columna para El Nuevo Siglo


En estos días viajaba en un taxi en la ciudad y el taxista me sorprendió con una reflexión muy profunda: al país le vendieron la idea de la tolerancia y eso es un gran error, porque tolerar es soportar que los demás hagan las cosas mal por supuestas razones de su diferencia y eso al final lo que hace es contener violencia que tiempo después se desata de manera inesperada.

Esas palabras me dejaron atónito, porque por más que busque en mi razonamiento una forma de debatir lo que el planteaba, al final era cierto.

Tolerar es aguantar y eso conlleva no sólo un sacrificio sino unas consecuencias complejas. De manera concreta tolerancia es la capacidad de resistencia de un material al ser estresado, y de allí las ciencias sociales tomaron el término, quizá bajo la concepción de buscar el mejor término que explicará como una persona puede aguantar la presión causada por la diferencia del otro; más es claro que ese estrés inevitablemente causa un efecto en el material, que buscará su forma original o bien se romperá.

Ser tolerante es un error, no debemos serlo. Debemos ser comprensivos y respetuosos de las ideas de los demás, pero no tolerar sus acciones, y más aún si van contra las normas.

Las consecuencias de la tolerancia son explosivas. Tomando el simple ejemplo del vecino que hace mucho ruido siempre y esto se tolera, llegará el día en que desembocará en un conflicto inesperado, porque no hubo comunicación entre las partes, debido a que el respeto por la actividad de uno supero el respeto por el descanso del otro.

Esto nos debe poner a pensar, más aún en un momento de reflexiones sobre paz en Colombia, que el respeto a las diferencias no conlleva tener de tolerar esas ideas. Convivir con la diferencia es fundamental en un mundo donde los conceptos absolutos han desaparecido, pero tolerar las ideas de otros puede desembocar procesos violentos.

Ese día fue un buen día. Un taxista me llevo a mi destino y me puso a reflexionar sobre el uso irresponsable que hacemos del lenguaje, porque simplemente parece interesante e inteligente, y no comprendemos que las palabras tienen fuerza y poder por si mismas, y su significado puede tener consecuencias concretas más allá que nosotros las definamos diferente.

Colombianada: Casi siempre el “yo tolero su acciones”, acaba en “ya no te aguanto más”.

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