viernes, 4 de octubre de 2013

LA DESESTABILIDAD LABORAL: UNA NUEVA REALIDAD - Especial para Ciclo de Riesgo

El mundo ha cambiado mucho en las últimas décadas. La generación de los millennials (las personas menores de 25 años) tiene un comportamiento casi contrario a los bommers (más de 50 años) que dominaron el final del siglo XX. Este cambio de comportamiento en nuestra población nos ha puesto una serie de dilemas muy complejos sobre los comportamientos futuros de la población colombiana, y para el caso del riesgo bancario dos en particular: la estabilidad laboral y la percepción de esfuerzo y escases.

Los jóvenes colombianos nacieron en un momento positivo de la economía colombiana, y casi que dan por dado que tendrán ingresos y acceso al crédito, casi pensando que el dinero es un bien ilimitado y que solamente toca cubrir su costo de oportunidad; este pensamiento se une a la estructura de corto plazo del pensamiento del colombiano, y claramente se convierte en un problema socioeconómico más complejo que un simple debate sobre los nuevos valores de los jóvenes.

Un profesional recién graduado en Colombia (que cada son más por el éxito del modelo educativo) busca un empleo en una empresa que le permita comenzar su vida laboral; en su proceso de búsqueda llegan a la entrevista y sin ningún temor le dicen a su potencial empleador que esperan estar en más de 10 empresas en su vida profesional y que suponen que si entran a trabajar en la empresa, su permanencia será de unos tres años o de lo contrario se sentirán estancados. 

Esta concepción que era impensable hace 10 años, hoy es el común denominador, y no sólo afecta el proceso de inversión en capital humano de las empresas sino el modelo de riesgo crediticio en su totalidad, porque el ciclo de vida del mercado se ve claramente modificado.

La nueva generación quiere logros de corto plazo, reconocimiento rápido, veloz ascenso y rápida construcción de capital, lo cual es poco probable que se de en un entorno empresarial de procesos y de metas, por esto los jóvenes entran con grandes ímpetus en las empresas y en poco tiempo están desmotivados y buscando nuevos horizontes. Situación que se ha convertido en un gran problema para retener talento por parte de las organizaciones y ha causado una revisión completa del modelo de formación de talento porque es un inversión que se pierde en el corto plazo y no es posible capturar el retorno de este presupuesto.

Este fenómeno impacta directamente la toma de decisiones de largo plazo del mercado y las de estos jóvenes profesionales, los cuales llegan a las entidades crediticias a solicitar créditos de consumo e hipotecarios con muy buenas hojas de vida y referencias, pero con una dinámica de cambio de empleo que pone nervioso a los analistas de crédito, que si bien observan la mejora profesional, también dimensionan el riesgo en estabilidad laboral.

Es claro que en Colombia es fundamental debatir en profundidad el concepto de empleo ante los cambios que el mercado ha tenido en los últimos 50 años, pasando de un sistema de jornales diarios agrícolas, pasando por empleos a término indefinido y llegando a modelos de contratación variables por metas. Situación que se profundiza con el comportamiento de las nuevas generaciones.

La visión de corto plazo y la búsqueda de la felicidad propia de los millennials es un reto enorme para los sistemas crediticios, porque si bien es posible remodelar los esquemas de análisis de riesgo ante la nueva desestabilidad laboral, no es fácil involucrar la falta de estabilidad familiar ante la ausencia de creación de hogares, porque esta nueva generación no quiere tener hijos.

Todas estas condiciones llevan a que los modelos de riesgo se deban modificar para una nueva generación que piensa, actúa y sueña distinto que sus padres y abuelos; hoy es común que un excelente empleado que lleva 4 años en la empresa y se considera que será en pocos meses el líder de un área, renuncie porque se va a tomar un año sabático para conocer el mundo y vivir aventuras, sin importarle el vacío en su hoja de vida ni mucho menos la posibilidad de conseguir empleo posteriormente.

Este desestabilidad laboral que se entroniza en el mercado y comienza a tener efectos en la cartera bancaria, debido a la equivocada percepción de esta población sobre su futuro y su capacidad de pago de créditos sin una garantía fuerte; así, la expansión de las tarjetas de crédito en esta población y los créditos de consumo para vehículos y turismo comienzan a hacer meya en los resultados financieros de los bancos.

¿Qué se puede hacer?, comprender, estudiar y redefinir los modelos; considerar que es una población con un largo plazo de 2 años y sobre esta premisa validar su capacidad de pago y endeudamiento; sin duda esto cambia la aproximación del crédito en Colombia, pero es un paso que se debe dar ante los cambios socioculturales a los que estamos abocados con esta nueva generación, que no son muchos aún en el total de la colocación, pero claramente cada día son más y serán en unos diez años el común del mercado.

La ecuación parece simple: nuevos productos para una nueva generación; más el reto radica en definir los productos, segmentar bien y seguir cubriendo el mercado tradicional, sin que este subsidie al emergente. El reto es grande y quizá la respuesta este en los millennials que hoy están en los bancos, porque ellos entienden lo que está pasando y puede que tengan muchas propuestas.

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