martes, 3 de marzo de 2015

¿TODOS CONSUMIMOS DE TODOS?, Columna para Portafolio

El consumo colaborativo o colectivo, se afianza como una nueva moda conceptual en el marketing, de la misma forma que muchas otras lo han hecho, cayendo en la conceptualización de lo que la gente hace mucho tiempo y recientemente se tecnificó por el proceso de las redes sociales o la tecnología.

El concepto es simple: la gente comparte sus activos (los cuales en muchos casos no son suyos sino de un gran colectivo) para que otros los usen mientras ellos no lo hacen. Este “nuevo” concepto no es otra cosa que la actualización de la finca familiar, el carro de la casa o los tiempos compartidos, en un esquema más ordenado y coordinado por un sistema electrónico que permite que todo pase, como el caso de las casas hotel, donde la calificación del anfitrión termina siendo el elemento regulador del proceso.

El espacio público antecedió a todo esto, sino que simplemente no lo hemos advertido, ya que es de todos y lo podemos usar siempre y cuando no esté siendo usado por otros, pero carece de los sistemas de información que algunos han convertido en un nuevo modelo de negocios. Una vez más el marketing plantea un esquema novedoso que no es más que un remake de lo que siempre se ha hecho o una precuela como las que están de moda, y por esto estos proyectos tienen enorme éxito: porque ya se venía haciendo.

Lo cierto es que todos consumidos de todos, y el ejemplo más poderoso es la moda. Creemos que nos vestimos para estar cómodos, protegidos, identificados y diferentes, pero más allá de esto, hacemos parte de un consumo colaborativo increíble que es la estética colectiva, donde cada uno de nosotros es parte de una pieza fundamental de la obra plástica cotidiana que vemos día a día y que nos parece común y monótona, pero que cambia ligeramente. Al comprender esto, nos damos cuenta que somos parte de algo más que nuestra propia vanidad y autoestima, y que somos parte fundamental de un desordenado equilibrio general.

No solo compartimos temporalmente lo que no usamos o somos parte de un consumo colaborativo masivo, sino que hemos decidido en muchos casos consumir diferente comprando diferente. Un buen ejemplo de esto es cuando comemos fuera de casa, reduciendo nuestras compras de alimentos en mercados y generando menos residuos de alimentos que se vencen o se consumen en las casas, demostrando que los servicios en algunos casos pueden ser socialmente más eficientes que el “do it your self” que por momentos se pone de moda. Lo mismo ocurre con el transporte público, alquiler de ropa, hoteles e incluso la lavandería de ropa o de carros, que son ambientalmente más eficientes que nosotros en casa.

Finalmente esta un segmento olvidado, mal visto, mal comprendido y subvalorado que todos usamos: los usados, las herencias y lo prestado. En mundo de cambio tecnológico acelerado, muchos hemos pasado un celular a otro o hemos recibido un televisor de un amigo, porque este lo cambio por uno mejor. Este mercado del usado se suma al mundo colaborativo como un mecanismo eficiente de manejo racional de cambios tecnológicos ante que convertirlos en residuos, no es reciclar, sino reusar.

Asi, el “nuevo” concepto de Consumo Colaborativo del marketing no es otra cosa que la descripción del sentido común de nuestro consumo: usar bien las cosas y estar dispuesto a compartirlas si ya no las usamos.

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