sábado, 15 de agosto de 2015

DE GAITÁN A GARZÓN, Columna para El Nuevo Siglo

Muchos de los que dicen las cosas de frente y sin reservas han muerto de manera violenta en Colombia. Algunos por la violencia que desembocan sus palabras, y otros para callarlas porque dicen verdades que afectan a aquellos que gobiernan en el reino del silencio.

Aún no es claro quién mato a Jorge Eliecer Gaitán; muchos afirman que detrás de Roa Sierra había titiriteros que movieron las cuerdas para que ocurriera. Las muertes de Galán, Lara, Low Murtra y muchos otros que cayeron en los ochenta, están relacionadas con el narcotráfico, y dejaron la generación de los setentas sin líderes políticos esperanzadores.

En la década del noventa las cosas cambiaron un poco. Se buscó la paz de diversas maneras, la política intento tener un aire de renovación, dándoles espacio a más partidos políticos y desafortunadamente la política se diluyo en popularidad y no en conceptualidad. Situación que fue claramente señalada por los medios de comunicación, dando surgimiento al humor político con La Luciernaga y Zoociedad, donde se encontró la forma de burlar al reino del silencio, rompiendo su silencio con carcajadas irónicas.

En este espacio de paz, transición, violencia, narcotráfico, guerrillas secuestradoras y silencio surgió la figura de Jaime Garzón, que es héroe para muchos y villano para otros tantos; de alguna manera se convirtió en el Gaitán de nuestra generación, ya que por algún motivo Galán y los que cayeron en su época, no se vincularon emocionalmente a nosotros los nacidos en los setenta, quizá porque éramos niños, o simplemente porque preferimos identificarnos con el humor satírico que con la política idealista. 

Los que nacimos en los setenta, no vimos el movimiento de amor y paz que inundaba los países desarrollados, porque la sangre por las luchas de poder nos tapó los ojos. Garzón fue uno de los pocos que comprendió que no podíamos quedarnos en la esperanza que algún día las cosas cambiarían, sino que debíamos cambiarlas.

Quizá para hacer más simple el lenguaje o como mecanismo de ocultarse del reino del silencio, escondió sus palabras en diversos personajes que fueron desde Heriberto hasta Godofredo, donde  decía que era un lustrabotas y que algunos eran emboladores (sobretodo de mujeres), pero el emboló la dolorosa verdad, y comprendimos que el país vivía momentos horrendos que negábamos, y esto le costó su vida, pero su muerte nos despertó a muchos.

No sabremos quién mato a Gaitán, o a Galán, e incluso a Garzón, pero el mejor homenaje que podemos hacer a su memoria, es no dejar que sus  muertes queden en vano y en el reino del silencio. Es momento de gritar.

Colombianada: Es imposible que el país cambie algún día, sin todos nos sentamos a esperar lo mismo.

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