sábado, 4 de agosto de 2012

LAS PEQUEÑAS COSAS TRANSFORMAN, Columna para El Nuevo Siglo


Mucha gente critica lo que pasa en el mundo, pero con sus acciones no hacen nada para cambiarlo; la segregación, la pobreza y la desigualdad no se arreglan solo con políticas públicas, sino con acciones individuales puntuales, continuas y consistentes.

De que sirve que hayan gobiernos, autoridades y leyes para intentar equilibrar la escases si con nuestros actos seguimos causándola.

Cada día buscamos la manera de evadir los impuestos, incumplir las normas, hacer las cosas más fáciles para nosotros sin considerar los impactos sociales que esto tiene; hacer doble fila en un giro a la derecha en un semáforo, parquear en la calle y botar la basura a la calle. Así, nuestra sociedad no podrá llegar tan lejos como queremos, porque por más normas y autoridad que implantemos, el cambio depende de nuestras pequeñas acciones.

Que bueno sería que la gente manejara dando el paso, dándole prioridad a una direccional; que botáramos la basura en las canecas o la guardáramos en el bolsillo hasta llegar a una. Pero no lo hacemos porque nos acostumbramos a hacer las cosas fácil, inmediatamente y sin sacrificar nada, por eso nuestra sociedad se diluye en un egoísmo torpe que nos hace menos eficientes.

Todo eso que decían los abuelos tiene sentido, porque lo que busca no es la disciplina sino facilitar las cosas a los demás y a nosotros mismos más adelante. El simple hecho de tender la cama antes de salir de casa, asegura tener una cama cómoda cuando se llega a casa.

Son las pequeñas acciones las que cambian la sociedad, pero para esto las personas deben cambiar y comprender que cada uno tiene responsabilidades y que sus acciones impactan a los demás.

Algunos han tomado un camino aún más lejano: criticar todo lo que otros hacen, bajo la premisa que hay otra forma de hacerlo, pero al final no hacen nada distinto que lanzar arengas inteligentes, seguido de seguir su vida llena de pequeños actos egoístas.

Comience hoy: ceda le paso, salude, deje las cosas ordenadas, no coja lo que no es suyo, responda en los debates a los demás de manera positiva y aporte, ayude a alguien; con estos pequeños cambios el país puede cambiar radicalmente, pero depende de cada uno de nosotros. La ley es simple y antigua: no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti, el problema es que como somos muestra propia autoridad, nos perdonamos fácilmente.

Es momento que pasemos de las palabras a las acciones y dejemos de esperar a que alguien cambie la situación; todos somos actores de este cambio partiendo de un concepto simple: piense que no esta solo en el mundo y que si todos cedemos el paso, todo será más fácil.

Colombianada: a veces hacemos a los demás, lo que siempre criticamos que odiamos que nos hagan a nosotros.

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