sábado, 6 de octubre de 2012

VAMOS VENEZUELA, Columna para El Nuevo Siglo


A diferencia de lo que se ha dicho en muchos medios de comunicación, mañana Venezuela puede definir su futuro. El pueblo venezolano dirá si quiere un gobierno mal llamado socialista o un gobierno que apoye el libre mercado; es decir un gobierno que subsidia o uno que premie el logro individual.

Este momento es complejo por la polarización del país, y la enfermedad de Chávez, que curiosamente ha salido de los titulares, pero puede poner a un vicepresidente de presidente.

Sin duda muchos creen que Chávez la tiene más fácil porque apoya a los de menores ingresos, tiene las instituciones, los medios y las Fuerzas Armadas, pero Capriles tiene el deseo del cambio, el miedo a la pérdida de la libertad y la esperanza de un país equitativo.

La historia de Venezuela le hace daño a ambos: Capriles lleva la carga de la corrupción de la clase política venezolana y de un sector privado que no apoyo a la clase obrera, y Chávez con la pérdida de las libertades civiles y democráticas sumado a la pérdida de riqueza de la nación y de su sector productivo.

No es una lucha entre ricos y pobres, como peyorativamente lo han querido mostrar, ni de “ricachones” contra el proletariado, por el contrario el debate es de fondo, porque lo que ocurrirá mañana no es una elección presidencial sino un referendo institucional sobre si el país debe ser focalizado en el subsidio vía ingresos petroleros o debe construir una infraestructura industrial y de servicios más allá del oro negro, que sin duda algún día se acabará.

Así, el debate no es por la presidencia sino por la Venezuela que tendrán los nietos de los votantes y allí el cortoplacismo latinoamericano puede condenar a nuestro vecino a una sociedad “pensionada” por el petróleo, donde  no se fomenta el logro personal ni la competencia, y donde cada vez más se impone una sola forma de pensar, lo cual se ha demostrado que no genera ni desarrollo ni equidad, porque se elimina el esfuerzo personal y sus respectivos beneficios, por un esquema de sostenimiento básico, donde todos son tratados como iguales y donde si alguien quiere ser mejor será contenido.

Venezuela es uno de los grandes actores de la economía del mundo y cada vez más deja atrás este rol, pasando de ser el foco cultural de la región a ser un púlpito de discursos de pequeños logros en igualdad de ingresos, pese a ser insostenible.

Es momento que Venezuela comprenda que se avanzó mucho con la mal llamada revolución que dio Chávez, pero que el futuro de ese país depende de ellos y no de una sola persona, una sola idea y una sola forma de hacer las cosas; básicamente hay 29´278.000 razones para votar mañana y no solo una.

Colombianada: El peso de historia puede hundir a Capriles, pero el peso del futuro debe hundir a Chávez.

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