sábado, 28 de diciembre de 2013

REPLANTEANDO LAS VERDADES, Columna para El Nuevo Siglo

Evo Morales propugna porque en Bolivia se reconozca el trabajo infantil, Uruguay aprobó la ley que permite el consumo y producción de marihuana, y China revisa su legislación sobre único hijo, dejando ver que muchas de las cosas que el siglo XX nos dejó como “necesarias” para el desarrollo humano entran en revisión.

Muchas de las declaraciones de la ONU, desde derechos humanos, igualdad de género, derechos de los niños e inclusive drogas ilícitas y control de natalidad están pasando un fuerte examen en el mundo; esto no parece ser un tema de derechas ni de izquierdas, sino de culturas. Para nosotros en occidente es impensable la forma en que se deben comportar las mujeres en la civilización islámica, pero no por eso debemos hacerlos pensar igual que nosotros.

Mucha de la legislación en la que “nos pusimos de acuerdo” en la ONU y otras organizaciones internacionales tiene un fuerte componente del mundo occidental y esto comienza a debilitarse con el surgimiento de movimientos minoritarios en todo el mundo en pos de otros derechos humanos, que están más vinculados a sus costumbres, tradiciones, necesidades y capacidades. Inclusive temas como el desarrollo económico y su impacto en el medio ambiente tienen miradas muy distintas en los países no desarrollados que en el edificio de Nueva York; hasta Colombia ha pedido públicamente que se nos permita hacer acuerdos de paz “a la colombiana”, porque la normatividad penal limita el proceso de paz que requerimos.

Todos los acuerdos mundiales construidos desde el alma de las tres instituciones de la libertad occidental (Libre mercado, democracia y catolicismo) buscan construir un mundo en paz, equitativo y libre, pero olvidaron que la homogeneidad no es una premisa en la historia humana; desafortunadamente la misma Unión Europea hoy es un buen ejemplo de esto.

La libre determinación de los pueblos comienza a levantarse contra la estandarización de la humanidad, y esto tendrá importantes consecuencias en los polos de poder, los imaginarios colectivos y las creencias, instituciones que hoy son continuamente debatidas, reflexionadas, defendidas y criticadas por millones de personas a través de la Internet, que ha llevado la opinión personal a la capacidad de crear opiniones colectivas trascendentales.

El siglo XX nos dio una serie de instituciones y tratados que respetamos y admiramos por lo que lograron, y esto conllevará a que en el siglo XXI esos edificios y pergaminos sean actualizados a la voz de la realidad: la diversidad y la libre determinación de los pueblos, para reescribir las verdades que nos  han enseñado.

Colombianada: en el país creemos que la justicia es para los de ruana, pero algunos ya dicen que la justicia se puso de ruana al país.

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