martes, 24 de diciembre de 2013

SOY COLOMBIANO, Columna para portafolio.co

En estas fechas de fiestas en familia, de reflexiones sobre lo que paso durante el año y mientras se acumulan nuevas esperanzas en nuestra alma, cabe reflexionar que el país ha cambiado mucho.

Yo nací el 18 de diciembre de 1975, y el país tenía serios problemas en indicadores económicos, cobertura en salud y educación, y tasas de pobreza importantes; se comenzaba a dibujar el mundo de los carteles y la consolidación de las guerrillas, y en el mundo éramos conocidos como los que producíamos el mejor café del mundo.

Casi 40 años después, mis hijos nacieron en una sociedad con gratuidad en educación, cobertura en salud (y una reforma que busca una mejor calidad de la misma), una inflación baja, una pobreza decreciente y un país que cada día mejora más.

Sin duda el cambio de la constitución, los gobiernos  que han pasado, la lucha antinarcóticos, los procesos de paz, los cambios en los partidos políticos y la independencia del Banco de la República han transformado a este país.

Quedan muchos problemas por solucionar en el mundo de la infraestructura, calidad de servicios públicos, educación financiera, redistribución del ingreso y sobretodo en cultura ciudadana, pero el país porque hoy camino me da un enorme orgullo.

Desde hace muchos años he tenido la oportunidad de dictar conferencias en diversos países del mundo y las preguntas han pasado de ser enfocadas al mundo de las drogas y el terrorismo, a buscar comprender como hemos logrado salir adelante pese a todos nuestros problemas, y la única respuesta que me queda es que soy colombiano.

Hoy ser colombiano tiene un significado distinto; es un motivo de orgullo en el mundo, en los negocios, en los deportes, en la ciencia y hasta en el arte; ser colombiano es sinónimo  de ser exitoso, profesional, ético y creativo. Ya no da pena mostrar el pasaporte y no pasamos por las molestias anteriores de ser tratados como sospechosos continuamente.

El mundo reconoce que Colombia comienza a insertarse en el mundo de manera importante, pero por alguna razón aún los colombianos no nos creemos esto; seguramente se debe a que como somos parte del cambio, no vemos lo que ocurre a nuestro alrededor, porque pasa a una velocidad mucho más baja de lo que deseamos, pero lo cierto es que mi niñez no es comparable con la que tienen mis hijos y es enormemente diferente que la tuvieron mis padres.

Por eso en estas fiestas, recuerde su niñez y mire a su familia hoy, y se dará cuenta que tenemos mucho para tener la frente en alto y decir con todo orgullo: soy colombiano.

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