miércoles, 30 de abril de 2014

¿Cómo somos los colombianos? Una guía inicial para aprovechar las diferencias y hacer negocios de la mejor manera

En los últimos años, la percepción sobre los colombianos ha cambiado radicalmente; hace 20 años nos veían como un país inviable, inseguro, poco rentable y claramente sin las condiciones para invertir en él. Cada vez que salíamos del país nos preguntaban por la guerra, la droga y con alguna bondad por el café; hoy nos indagan por el milagro económico que hemos tenido, por las multilatinas que se han desarrollado, por la reducción de la pobreza, nos preguntas por cantantes, artistas, científicos, empresarios e inclusive por el café.

A los colombianos ya no nos da pena decir que somos colombianos en el exterior, ya no nos piden una fila a aparte para pasar por rayos x en los aeropuertos, y de una u otra manera, ya no somos vistos como personas peligrosas.

Por esto es que Colombia está hoy en el mapa mundial, porque tenemos potencial, capacidad y recursos, y nos hemos convertido en el destino de las inversiones mundiales porque aumentamos la clase media, duplicamos la clase alta y reducimos la pobreza.

Más, entrar a este mercado ha sido muy difícil para muchos y algunos han fracasado en el intento, quizá por arrogantes, por falta  de estudio o que no era el tiempo indicado, otros por el contrario han comprendido más como son las cosas y han tenido éxitos increíbles.

Por esto si quiere aprovechar las oportunidades en nuestro país, entienda que se enfrenta a un mar de diversidad increíble, con muchas cosas en común con el mundo, pero con diferencias enormes, que al final son el gran secreto del éxito.

¿POR DONDE COMENZAR?

Si mañana la humanidad llega a otro planeta y hay una civilización desarrollada, sin duda hay tres preguntas fundamentales que se deben responder para poder saber cómo actuar: ¿Qué tan parecidos somos a ellos en costumbres, en protocolos, en objetivos?, ¿nos consideran enemigos?, y ¿Cómo se han desarrollado tan exitosamente sin destruirse?

Estos planteamientos hechos por Carl Sagan, nos dan el marco para pensar cómo aprovechar un nuevo mercado, partiendo de la premisa de comprender que “no son como nosotros”, sino que seguramente “somos como ellos”, como bien lo planteaba Quino en una de sus caricaturas.

El colombiano es parte del mundo y por ende tiene muchas cosas de él, pero adaptadas y ajustadas según su necesidad y conveniencia. Es claro que en lo básico somos iguales: todos comemos, nos vestimos y dormimos, tenemos deseos, somos vanidosos y deseamos lograr unas metas, y desde ahí cualquiera podría decir que es fácil entrar a un mercado, si ya tenemos experiencia y éxito en otro; más eso es asumir que si conocemos lo mínimo en común podremos comprender a los demás, y realmente el secreto de éxito está en las diferencias.

Sagan pensó el tema a nivel de civilizaciones alienígenas, pero Lin Yutang y Richard Lewis es su libros “La Importancia de Vivir” y “Cuando las Culturas Chocan”, nos dan importantes herramientas para comprender rápidamente a la cultura y comprender sus protocolos sociales, logrando así cumplir con la máxima “a donde fueres has lo que vieres”.

Por esto para comprender el mercado colombiano es necesario tener un mapa del país que muestre su geografía, montañas, ríos, carreteras y valles, que solo al verlo causa el impacto necesario: “esto no es tan simple como pensé”.

¿SOMOS DIFERENTES?

Es claro que un Norteamericano es completamente diferente a un Británico, pese a la gran cantidad de cosas que tienen en común, al igual que un Portugués y un Brasileño, o un Francés y un Martinico. Estas diferencias se deben a que los procesos históricos, climáticos y de oportunidades han sido únicos y que nos han marcado profundamente.

Los colombianos tenemos influencias de muchas regiones del mundo, donde la cultura española nos prima fuertemente, y si partimos de ahí, es claro que los españoles que llegaron a Colombia en el siglo XVI, eran católicos, hablan español, obedecían a la corona, pero tenían influencias judías, moras, francesas e inclusive italianas, que moldearon a ese conquistador que nos impuso su cultura. Estos españoles cambiaron en el país, no solo por nuestra diversidad sino por las grandes diferencias de condiciones, y comenzaron a contruir una sociedad con características únicas, donde se presentó de manera común una situación particular, como bien lo plante Emilio Yunis (reconodido genetista colombiano) en su libro “¿Por qué somos así?”: el colombiano (bien fuera criollo o mulato) siempre busca la forma de hacer las cosas fácil y ganando mucho y rápido, como bien ha sido caracterizado por los personajes ladinos como el Lazarillo de Tormes o el Buscón de Quevedo; algunos llaman a esto malicia indígena, otros culpan a los españoles que llegaron (que en su mayoría eran presos ibéricos), pero más parece que la situación se debe a un tema cultural: todo el que llegaba a América buscaba El Dorado (una enorme riqueza) para ser rico, y esta cultura nos afectó mucho, y desafortunadamente se potenció con la presencia de los carteles de narcotráfico.

Igualmente, esto ha causado la continua búsqueda del precio más bajo, no porque asi se desee sino porque se considera que en muchos casos el vendedor vende más caro para tener más margen, y de aquí salen términos como “rebaja”, “cuánto vale y por qué tan caro”, y “ñapa” (que es un producto adicional por una compra).

Estas reflexiones sirven para comprender que existen aún algunos colombianos que buscan los negocios de corto plazo, de márgenes altos y con poca responsabilidad e involucramiento, pero afortunadamente las nuevas generaciones son más dadas a construir un patrimonio sólido que a ser ricos de la noche a la mañana.

¿COMO SOMOS LOS COLOMBIANOS?

Colombia es un país de regiones y de ciudades, por esto pensar en un consumidor o comprador promedio es simplemente imposible. Nuestro país está geográficamente dividido de una manera tal que nuestro proceso histórico de urbanización que nos dejó con 24 ciudades por encima de 250.000 habitantes en 2012. Esto causa que más allá de los fenómenos culturales que nos diferencian como paísas, costeños, pastusos, llaneros, vallunos o cachachos entre otros, la altura geográfica, la cercanía al mar y las siembras de tubérculos cambian completamente nuestro consumo y por ende nuestras compras.

Las razones de compra son tan diferentes en nuestras ciudades que exige que para cada ciudad definamos estrategias diferentes de comercialización y definición de productos.

Mucho se ha discutido en Colombia sobre cuál es el plato típico de la nación y las respuestas favorecen a la región donde se pregunte; pero quizá la mejor aproximación se encuentra en las cartas de indias donde se puede extraer un texto que muestra que las tropas españolas comenzaron su ruta en el país en la costa y avanzaron sobre el rio magdalena hasta subir a montaña; en el trascurso de este viaje, el ejército intentaba hacer una sopa conocida como la olla podrida, que no es otra cosa que un cocido de tubérculos, verduras y algún animal domesticado, que se encontraran en la región y se ponía a hervir; lo cual dicen los historiadores es el origen del sancocho, la changua y el ajiaco; y que cuando las tropas se movían, secaban la sopa y la envolvían en hojas de plátano y este podría ser el origen del tamal; acompañado de una imitación del pan que aprendieron de los indígenas, que era con maíz: la arepa .

El colombiano tiene fundamentado su consumo de alimentos en una fuerte carga de carbohidratos debido quizá a este proceso de colonización.

Por otra parte, la estructura de compras por ciudad es muy diferente que la que se observa en el total del país, por tres razones fundamentales: diferencias térmicas, momentos de desarrollo urbano en tiempos distintos y procesos culturales e  históricos.

La estructura de gasto en el país se fundamenta en tres componentes fundamentales: cultura, ingreso y condición climática. Culturalmente es claro que nuestras regiones son muy diversas y cabe anotar que hablamos de por lo menos dos tipos de zonas en cada región (la rural y la urbana); esto conlleva que cada zona del país ha tenido procesos de urbanización que han transformado las regiones, como se puede apreciar fácilmente en la sabana de Córboda o en la meseta cundiboyasence, donde los procesos migratorios modificaron los gustos y preferencias de consumo. Situación que afecta el nivel de ingreso de cada región, logrando procesos de intercambio entre ellas que ha modificado el entorno de oferta y demanda, transformando profundamente las preferencias de los compradores, al punto de lograr algunos niveles de homogenización en las canastas de hogares, la presencia de marcas antes regionales a nivel nacional y la oportunidad de conseguir productos regionales en diversas ciudades del país, favoreciendo a aquellos que ha cambiado de ciudad en su proceso de desarrollo personal .

Esta realidad se acompaña de tres grandes instituciones que nos rigen culturalmente: Dios, Patria y Hogar, lo que evidencia el peso de creer en Dios (con serias dudas sobre la iglesia católica), el sentido patrio sobretodo en el proceso de construcción de nacionalidad (que más se nota en el apoyo a la selección de fútbol que al proceso de paz) y es fundamental comprender, que a diferencia de muchos países en el mundo, la familia es el centro del colombiano.

La religión – y algunos procesos políticos – nos han esculpido como una sociedad moderadamente dócil y que fácilmente acoge los mandatos de otros más fuertes, pero esto no se debe confundir con que hacemos todo lo que se nos diga, por el contrario esto nos ha moldeado como una sociedad que sufre mucho de la forma, del protocolo, del “qué dirán”, y por esto caemos en los excesos de atenciones con los demás, e inclusive en lo expresamos en nuestros modismos cotidianos al preguntarle a las personas “hola, ¿Cómo estás?”, frase común para nosotros y muy incómoda para muchos extranjeros, que no entienden por qué se quiere saber por su salud. Así, nuestras creencias religiosas nos moldearon para ser dóciles, como es evidente en Boyacá, donde el uso del apelativo “sumercé”, claramente es una abreviación de la condición “su merced”, que es una herencia propia de la colonia española que fuimos.

La identidad patria la hemos construido por los triunfos colectivos y por negaciones de las pérdidas comunes. Las Selección Colombia de Fútbol es el mayor cohesionador social que tenemos, no solo por las alegrías que nos brinda, sino porque de una u otra manera ha ocultado la parte oscura de nuestro pasado y realidad: la guerra. Hoy más del 70% de los colombianos nacieron en medio del conflicto, y no saben que es un día de paz, y por esto buscamos alegrías y bienestar en lo colectivo que nos queda. Así, la construcción de nuestro Estado-Nacion está en proceso, pero nuestra identidad ya se ha consolidado en un crisol de folclor, costumbres, celebraciones y creencias que nos hacen únicos.

La familia es el motivo, apoyo y fuerza del colombiano. Cada decisión de nuestra vida la consultamos con nuestra familia, hacemos cosas juntos, pensamos en cómo ayudarnos continuamente y pese a que como hermanos hayan peleas inevitables por las vanidades personales, siempre nos apoyamos; el tejido social colombiano está fundamentado en la familia, de alguna manera similar al sur de Italia como lo demostró Robert Putnam en sus estudios de capital social, lo que nos diferencia es que nuestro tejido es muy pequeño pero cada vez más extenso: nuestras familias no son muy grandes, pero han migrado por todo el país, y eso hace que tengamos familiares en casi todas las ciudades de Colombia y esto enriquece las familias y claramente modifica a las generaciones por venir.

Este vínculo familiar es la base de las empresas y el patrimonio, porque nuestros primeros negocios son con personas cercanas, y esto se marca en nosotros de por vida, y conlleva a que la relación con nuestros socios el futuro tenga un componente de amistad muy importante.

Existe un mito que tiene mucho sentido: se dice que el colombiano de clase baja quiere ser mexicano (y quizá hoy venezolano), el de clase media norteamericano y el de clase alta, europeo; esto nos muestra que nuestro país tiene claras influencias regionales, norteamericanas y del viejo continente que aún causan impactos en nuestras decisiones de compra, de inversión y de sueños, que fueron estructurados por dos campañas publicitarias del siglo pasado: todo debe ser “bueno, bonito y barato”, y la meta es tener “casa, carro y beca”, y estas 6 condiciones se deben cumplir según el entorno latino, gringo o europeo de nuestras aspiraciones.

Otro sueño fundamental del colombiano es viajar. Esto se debe a dos situaciones: queremos ver un mundo mejor que el de nuestra realidad y buscar nuevas oportunidades, y que el colombiano vive entre montañas y sueña con conocer el mar. Estos sueños son motores muy importantes en la lucha diaria del colombiano y causan que día a día el colombiano trabaje para cumplirlos, por eso se nos reconoce como una país de luchadores y emprendedores, porque sin importar si hay empleo o no, buscamos la forma de lograr vivir bien y cumplir nuestras metas.

¿CÓMO SOMOS POR REGIONES?

Claramente esto requeriría un libro para poder explicarlo, pero de una u otra manera se puede hablar de 5 grandes regiones en Colombia: La costa atlántica, La costa pacífica, Los llanos Orientales, la amazonia y la región andina; pero esta división geográfica no muestra casi nada de nuestras identidades que son mucho más diversas que eso, pero sin permite comprender una serie de situaciones.

Las personas de la costa atlántica son conocidos como costeños, que reúnen a las personas que efectivamente viven al lado del mar y a los que viven en la sabana (algunos costeños no estarían de acuerdo con esto); son personas muy amables, cariñosas, confiadas, alegres y fiesteras; su vínculo con el mundo por ser puerto, con la sangre negra de los esclavos, las migraciones europeas, judías y turcas les dan una personalidad muy especial: son alegres, hablan fuerte, se ríen mucho y son grandes comerciantes. Quizá son asimilables a algunos brasileños pero con fuertes diferencias. Un costeño habla de frente, dice las cosas como son y son grandes empresarios; en Colombia se dice que son perezosos y quizá algunos lo son, pero aquellos que deciden luchar por sus sueños, simplemente conquistan el mundo: Julio Mario Santodomingo, Gabriel García Márquez, Shakira, Edgar Rentería entre otros.

Caminando hacia el sur, encontramos a los paisas; esta ubicados en la zona noroccidental del país, con costas en ambos mares, pero sin puertos, y con una fuerte expansión de su población hasta el centro del país. Hoy son la potencia cafetera, industrial y comercial de Colombia, porque de sus raíces y montañas nació la caficultura colombiana, la mayoría de la industria y la principal cadena comercial del país y el banco más grande. Son personas amables, grandes marketeros y vendedores, que por su historia entre montañas sin comunicación, aprendieron a confiar más en los suyos que en los demás. Hacer negocios con ellos es fácil: nacieron para hacer negocios y para ser vendedores. Grandes colombianos vienen de allí como Fernando Botero, Hernán Echavarría, Varios expresidentes y muchos jugadores de futbol, su gran pasión.

A su lado quedan los chocoanos, que son la cultura económica menos beneficiada del país. Es la raza negra más fuerte que tenemos y que por razones del centralismo político de la capital y por un claro racismo en nuestra historia han tenido un menor desarrollo; para entenderlos hay que comenzar diciendo que son negros, alegres, musicales, simples, joviales, pero muy desconfiados porque históricamente les hemos fallado.

Debajo de ellos viene los vallecaucanos, la élite sociocultural de los colombianos. La región del Valle del Cauca esta llamada a ser la “California” colombiana por su diversidad de sembrados agrícolas como el azúcar, y por una clase dirigente de los mejores niveles del mundo; desafortunadamente al igual que a los paisas, el narcotráfico los transformo de maneras profundas; son grandes estrategas, deportistas, es una cultura potente que está volviendo a despertar; hablan duro, seco, con un lenguaje propio. Fuertemente religiosos, familiares y emprendedores.

Limitan con dos culturas muy importantes de nuestra identidad. Los pastusos y los opitas. Los pastusos son la gente del sur del país, que tienen un sentido de tradición muy importante, debido a que fueron parte fundamental de la república española, y fueron aislados de muchas de las situaciones nacionales por defender la monarquía y por su distancia geográfica. Algunos dicen que son los “gallegos” colombianos, y hay millones de chistes sobre su inocencia, pero esto es solo de palabra, son grandes empresarios agrícolas y comerciantes de frontera, y saben ser rentables por medio de la humildad y el trabajo duro.

Los opitas, son los habitantes de la parte baja del rio Magdalena. Son una cultura recia, liberal, casi reaccionaria, y con características autóctonas muy fuertes. Son grandes agricultores, en especial de cultivos como el arroz, y son el centro de las ferias y fiestas más tradicionales de mitad de año en el país. Son personas amables, de puertas abiertas, calidad y grandes cocineros. Como empresarios son muy familiares, heredando patrimonio y conocimiento a la siguiente generación; con el clima que tienen se debería parecer a los vallunos y a los costeños, pero la similitud de altura térmica no se aprecia ni en su vestuario.

A su lado están los cachacos. Son la gente del centro del país, incluyendo a Bogotá, y esto hace que su desarrollo haya sido diferente al del resto del país. No son puerto y por esto los productos importados llegan con dificultad, pese a ser el mercado más grande e importante del país; es la sede del gobierno nacional y por eso su desarrollo ha sido beneficiado. El cachaco es tradicional y viste en tonos oscuros por el clima, y si bien son muy formales, sufren de eso mismo: es común que un cachaco se extienda en atenciones y buenas intenciones, porque el protocolo y la forma les es fundamental, pero caen el olvido o desinterés fácilmente, por esto es fundamental hacerles mucho seguimiento en los procesos.

Los santandereanos, una raza recia, luchadora y muy racional. Son quizá el mercado más complejo del país, porque son negociantes y compradores apegados a las decisiones tradicionales y altamente racionales, como el costo y el precio. Su industria se ha desarrollado desde la avicultura, el petróleo y la ropa infantil, dejando una historia empresarial importante y una casta de empresarios que empieza a surgir en el país.

Los Llaneros o los vaqueros colombianos, que pueblan las estepas de los llanos orientales. Son una población muy diversa por el gran territorio que habitan y la baja densidad poblacional que tienen; son grandes terratenientes o personas de jornada, que habitan enormes extensiones con el olvido del estado; las cordilleras los aislaron geográficamente y el país los aisló políticamente como a los chocoanos.

La gente de la Amazonia, que realmente son un crisol de razas y razones, sin mucho en común más allá de la selva. Hay colonos, madereros, indígenas, brasileños, ecuatorianos, peruanos y hasta buscadores de tesoros; la verdad estamos en deuda de entenderlos más.

Así es claro que Colombia, como cualquier país del mundo no es una cultura homogénea. Alguna vez en un ejercicio no científico se dijo que si quiere armar una empresa en Colombia tenga a un caleño o valluno como presidente por su capacidad estratégica, a un paisa en comercial y mercadeo, a un cachaco de financiero, a un costeño de jurídico y a un santandereano de jefe de compras; quizá es solo un mito, pero sin duda tiene sentido.

¿CÓMO HACER NEGOCIOS CON ESTOS COLOMBIANOS?

Si quiere hacer negocios con un colombiano, es fundamental saber con qué colombiano está hablando, como se mencionó anteriormente; si lo quiere de cliente, sus razones de compra, objetivos, cultura e historia definirán sus preferencia, relaciones con precios y promociones, y la escogencia de marcas; si su relación será de socio, los componentes culturales será muy importantes.

Claramente en un artículo es muy difícil ahondar en un tema tan complejo, pero estas consideraciones son importantes para negociar con un colombiano:

1.      El Colombiano no lo va a robar ni a defraudar, pero inicialmente estará tentado a sacar ventaja;  la mejor opción es ser muy claro en el proceso, mostrar los datos del negocio como son y dejar claramente escrito todo; no desconfié del colombiano, pero el si desconfía de todos, y por eso es mejor dejar todo claro desde el comienzo.
2.     Los Colombianos somos afectuosos – sobre todo si es costeño. No va a respetar su espacio personal, lo va a tocar y abrazar sin ningún problema; no considere esto como un atrevimiento sino como nuestra forma de demostrar confianza.
3.     Tendemos a adular, porque de una u otra manera consideramos que lo de otros países en mejor, más también nos gusta que nos reconozcan nuestras capacidades y fortalezas; es como un baile: se alaga para ser alagado.
4.     Somos formales, nos gusta el protocolo y la forma, y por eso le daremos mucha importancia a eso en eventos, reuniones y lenguaje; desafortunadamente no tenemos la cultura del tiempo y la puntualidad, por esto no se tensione si no se cumplen las horas de las reuniones.
5.     A los Colombianos nos gusta el estatus, la elegancia y el reconocimiento; quizá como herencia de la corona española o solamente por vanidad, pero es claro que los negocios que nos aporten esto tienen una ventaja importante.
6.     Siempre adapte culturalmente sus estrategias a las costumbre y tradiciones de cada región; esto le dará mejor éxito, porque los beneficiados se sentirán tenidos en cuenta, pero asegúrese de poner un toque de estilo extranjero en la oferta de valor para lograr generar mayor bienestar percibido.

Nota al pie: sin duda muchos compatriotas leerán esto y estarán o no de acuerdo; mi intención es mostrarnos lo más real posible y no como quisiéramos ser, o como desearíamos que nos vieran: el mejor paso para mejorar es aceptarnos; sin duda caigo en muchas generalidades, simplificaciones y paradigmas, pero nuestra realidad es más compleja que simplemente decir que tenemos el mejor café del mundo, pero no lo sabemos tomar.

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