sábado, 19 de abril de 2014

EL PAÍS DE LOS MEDIOS, Columna para El Nuevo Siglo

Parece que vivimos por lo menos en dos países: uno relativamente real y otro causado por los medios de comunicación.

La evidencia muestra que el país va bien en muchas materias, pero los titulares de las noticias hacen ver al país en un estado catastrófico; es comprensible que estamos en campaña y que esta incluye la potencial reelección del presidente y que esto causa la tentación de mostrar los problemas y no los logros del gobierno, pero tampoco hay que caer en los extremos.

Según los medios estamos una Colombia de sicópatas que atacan a las mujeres con ácido, lo cual dista mucho de ser cierto, ya que solo se refiere a una serie de casos puntuales, y donde queda ver si esta potencial “epidemia” (como la han llamado) ha sido potenciada por los mismos medios, como se pudo evidenciar hace poco con una falsa denuncia.

Tampoco estamos en un país desindustrializado ni contaminado por la minería; efectivamente la industria produjo menos, situación que se explica muy bien por la reducción de la demanda global, y en el caso de la extracción de hidrocarburos y carbón, las empresas cumplen con las normas que se les plantearon en el comienzo, que sin bien no eran las mejores, eran las que se definieron en su momento; lo deja ver que esta industria cumple con la ley, y que si hay problemas son propios de la misma.

No quiero decir que todo es perfecto pero es mucho mejor de lo que muestran los medios. De alguna manera falta objetividad en la información en el país, ya que una noticia se convierte en tema de pasión nacional por un caso puntual o un elocuente y clarividente mensaje de la minoría en oposición, poniendo de igual a igual a un ejecutor que afronta todas las asimetrías propias del deber público y un político que simplemente expresa una opinión ideológica sobre el tema.

Vamos por buen camino y sin duda los últimos 5 gobierno han hecho una enorme tarea para cambiar el país, generar más oportunidades y equidad, pero esto parece no ser suficiente para ciertos periodistas que claman desde sus medios que el país debería ser como Dinamarca mañana mismo.

El país requiere medios de comunicación veraces, equilibrados y constructivos, no simplemente una línea de columnistas de opinión que dogmatizan sobre soluciones a los problemas sin haber ejercido un cargo público, dirigido una empresa o haber generado un empleo. Informar y opinar es un honor con grandes responsabilidades, donde fácilmente se aplauden las ligerezas y se obvian las profundidades.

Colombianada: Como decía Don Joaquín Salvador Lavado, si los medios se inventan la mitad de lo que dicen y solo cuentan la mitad de lo pasa, al final simplemente no existen.

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