sábado, 4 de abril de 2015

¿DESINSTITUCIONALIZACION?, Columna para El Nuevo Siglo

Oí decir a un compañero hace unos días que antes tenía sentido decirle “Honorables” a Congresistas, Alcaldes y Magistrados, porque tenían el honor de servir al país y representar al constituyente primario, pero los acontecimientos de los últimos años, ya decir “Honorable” se ha convertido en una burla. Y parece que tiene razón.

Esto ha llevado a que algunos digan que el país está en un proceso de desinstitucionalización, más esto no es verdad, lo que ha pasado es que los actos perversos, egoístas y abusos de poder de unas personas, se han evidenciado los problemas que tienen y que deben ser corregidos, pero no es que la Corte sea corrupta, es que tiene miembros corruptos, inclusive si son todos ellos. No podemos confundir las instituciones con las personas que las componen, o de lo contrario estas desaparecen tan pronto el funcionario deja su periodo.

Mucho de este proceso comenzó con el cambio constitucional sobre la reelección, que desartículo en buena parte el equilibrio de poderes y otra parte por el abuso de los derechos de los ciudadanos, como en el caso de mal llamada “Tutelatón” que se dio para evitar que Petro fuera destituido, poniendo a las instancias jurídicas del país en vilo ante la comunidad internacional, sumado a debilitamiento de los partidos políticos y la entrada de criminales a la política.

Nuestras instituciones son tan fuertes como las personas que las dirigen, y en algunos casos, más fuertes que ellos mismos. La tutela ha sobrevivido todo tipo de señalamientos y usos equivocados, el servicio militar ha permitido mucho más que dar tropas a las Fuerza Armadas, e inclusive la ciclovía ha mostró su impacto en cultura ciudadana, y han sobrevivido a un sinnúmero de personas que han querido cambiarlas, deformarlas o eliminarlas. 

Nuestras instituciones son más fuertes que las perversas personas que se sientan sobre ellas y que creen que son sus dueñas, cuando realmente son sus inquilinos, a los cuales les dejan el prefijo “ex”, para que se jacten de sus errores o de sus aciertos.

Necesitamos que las Cortes, el Congreso e incluso la Presidencia (y sus símiles en diversos niveles) sean espacios donde sólo lleguen personas que estén dispuestas a servir, a cumplir la ley y a ser ejemplos a seguir; donde cada día fortalezcan la institución en la que han sido nombrados y no lo contrario. 

Es momento de pararnos y defender nuestras instituciones y no permitir que les hagan una cirugía para modificarlas, cuando los que deben entrar al quirófano son aquellos que perdieron su sentido moral, profesional y patriótico que juraron tener al posesionarse. 

Colombianada: necesitamos funcionarios que honren las instituciones y no aquellos que lo mejor de su cargo es ser “ex…”.

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