sábado, 25 de abril de 2015

PARITIS ELECTORERA, Columna para El Nuevo Siglo

Sin duda Santos tiene un serio problema de opinión pública como consecuencia de la pérdida de imagen por su distanciamiento con Uribe y el mismo proceso de paz; esto lo entendieron algunos sectores desde hace años como una oportunidad de presión política y económica, una forma de visibilizaión de líderes, generación de espacios de negociación por vías de hecho y sobretodo un mecanismo de consolidar masas electorales, por medio de promesas incoherentes, y lo que era un mecanismo extremo para crear espacios con el gobierno, se ha convertido en un ejercicio desgastado, donde los organizadores les importa muy poco el impacto que tienen en el total de la economía y la sociedad la defensa de sus derechos puntuales. Esto es la consecuencia de crear una cultura política donde priman los derechos sobre los deberes.

Ya paso el paro camionero (que se da cada dos años), comenzó el de profesores (que también es muy frecuente), vendrá el agrícola por papa y arroz, y seguramente al final uno judicial para continuar con las tendencias. Estos paros buscan hacerse antes de las elecciones de octubre, para mover las bases sociales de ciertos movimientos con el fin de captar adeptos y lograr medios de comunicación, sin importar los efectos que esto genere, bajo la valida premisa que el gobierno no ha cumplido con sus promesas, lo cual es cierto, y tiene su origen en dos componentes fundamentales: se hacen promesas para salir del paro y estas se demoran en ejecutar más de lo deseado porque en muchos casos no son posibles.

Este nudo gordiano de promesas incumplidas a muchos sectores sociales y la necesidad política electoral nos han llevado a un escenario de presión a las instituciones, de afectación a la población y de pérdida de confianza entre las partes. Hoy paran los maestros por un problema salarial, y ya nadie dice nada, pero los bancos cerraran un día por alguna diferencia con el Estado, las cosas serían diferentes. 

Hay que decir las cosas son: los paros son medidas de hecho y son de una u otra forma una forma de violencia, y por esto la continua afirmación de “es una manifestación pacífica” es falso a menos que no afecte las libertades de nadie, pero para muchos de estos “paristas”, la mejor forma de tener un gran impacto es pegarle de frente a las libertades de la población para que el interlocutor se tenga que agachar.

Se debe crear un nuevo mecanismo político para la minorías en tiempos electorales, se debería hablar con los sindicatos como si fueran gremios y construir en conjunto soluciones que mejoren el entorno productivo y sobre todo comprender que la historia ya es muy larga para que solo uno tenga la razón. El que pide debe dar, es simple.

Colombianada: hagamos un paro que exija el cumplimiento de los deberes de los ciudadanos, ¿no?

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