sábado, 23 de mayo de 2015

POPULARIDAD, Columna para El Nuevo Siglo

El Presidente Santos afirmó en pasados días que está dispuesto a meterle todo su capital político al proceso de paz, después de ver los resultados de su imagen en el Poll de Gallup, y ayer, Plinio Apuleyo desde su columna de El Tiempo le recordaba al presidente lo que llamó el triste desastre de El Caguán. Inevitablemente el tema de paz es políticamente tóxico y aún más después del gobierno Uribe, porque muchas personas solo quieren ver vencidas a las FARC.

Las cosas políticas populares son aquellas que dan resultados espectaculares sin que la mayoría de las personas deban sacrificar nada, y sin duda lo logrado en el gobierno Uribe es un buen ejemplo de esto: logró reducir a la guerrilla sin que esto le significará a la gente un mayor sacrificio. Más, se sabe que la paz si pedirá muchos esfuerzos económicos, sociales, mentales y conceptuales que muchos no están dispuestos a hacer, y en muchos casos con razones de sobra.

No existe una paz sin precio, ni una guerra sin muertos; desafortunadamente los costos de la paz los asumen muchos y los muertos los ponen unos pocos, por eso la paz no es popular, a menos que la guerra haya cobrado a muchos su precio.

Lo que este proceso de paz nos pide, no es diferente de lo que nos han pedido los del pasado, pero cada vez estamos menos dispuestos a ello, porque esta guerrilla ha sido salvaje y porque las nuevas normas dificultan que esto pase, dejando que la justicia se confunda con ley, y la paz con venganza.

Por esto la negociación de paz no es popular, ni sus negociadores, ni el presidente que se la juega a ello. Aún la gente habla mal del Gobierno Pastrana, y cuando se les pregunta por qué, siempre sale a colación El Caguán, y nadie ve todo lo otro que se hizo.  Quizá el futuro se hable de la paz, como se habla de la administración de Peñalosa, donde su popularidad fue baja casi todo su periodo, y tiempo después muchos lo califican como el gran urbanista que buscó cambiar la ciudad.

La opinión pública debe tener su propia opinión, y no solamente el punto de vista de aquellos que están en contra del proceso. Siempre que un gobierno diga algo, habrá alguien que se oponga, y por alguna razón la voz del opositor es más alta, quizá para imponer su opinión con el tono de voz y no con ideas. Escuchemos lo que no nos están diciendo, y miremos lo que esta pasando, y comprenderemos que esa paz puede estar cerca.

Colombianada: Entre más cerca este el silencio triunfante de la paz, más se oirán los gritos de fracaso de los que se oponen.

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