sábado, 8 de febrero de 2014

SOBRE MARKETING POLÍTICO, Columna para El Nuevo Siglo

Los que estamos vinculados al Marketing trabajamos todos los días para cumplir con la promesa de satisfacción de necesidades que le hicimos a nuestro consumidor, y por esto el marketing es transversal a todas las divisiones de la organización y cada vez más toma un papel protagónico, definiendo la estrategia de las empresas e innovando con productos y proyectos que satisfagan cada vez mejor al consumidor.

En el mundo político esto no ocurre así, ya que hay un fuerte desbalance entre lo que se promete al votante y lo que al final se cumple, bien sea por un exceso de promesas o por lo irrealizable de las mismas; no falta el candidato al Senado que le promete a una comunidad que le construirá una vía, cuando claramente eso lo hace la Alcaldía o la Gobernación, y siempre ocurre que el candidato presidencial de turno promete empleos, cuando realmente depende del sector privado para que los cree.

Este desbalance hace que el votante, que no es otra cosa que el comprador en términos de mercado político, se vea influenciado por lo que en el sector privado se llamaría publicidad engañosa, debido mayormente a su incultura política, la cual es desafortunadamente aprovechada por algunos politiqueros que no respetan a sus votantes, o por algunos que creen que pueden hacer cosas que al final le son imposibles de cumplir.

En adición a lo anterior, el votante (comprador) solo “compra” cada 4 años, por lo tanto queda cooptado por su decisión por mucho tiempo y no tiene como castigar a aquel que le prometió y le incumplió, más continuamente cae en la trampa de volver a votar por los mismos bien sea por lealtad de partido (cada vez más escasa), porque no votaría por otros o bien porque quién le falló tiene la capacidad discursiva para demostrar que hizo todo lo posible e inclusive que algunos logros que se han dado son de él, aun cuando no lo sean realmente. Convirtiéndose en un experto en demagogia antes que en ejecutoria.

¿Qué le queda al votante?, dejar de pensar como votante (comprador) y comenzar a actuar como ciudadano (consumidor), y luchar porque se le cumpla lo prometido mucho antes que en la próxima elección, o ¿Cuándo usted compra una camisa y el sale mal, espera hasta hacer una nueva compra para comprar de otra marca?, no, se queja y exige que se la cambien. Es momento que comencemos a exigir lo que se nos prometió y estar pendientes de lo que nos proponen en esta elección, y nos simplemente votar por el más popular.

Colombianada: En política como en marketing, no tomar una elección es de por si tomar una elección: que los demás definan por usted.

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