martes, 23 de junio de 2015

CONSUMIR NO ES PECADO, Columna para Portafolio

(Carta abierta a Francisco I, sobre su encíclica “Laudato Si”)

He leído con detenimiento su encíclica, que retoma los cantos de San Francisco sobre nuestra casa común, nuestro planeta; Me uno a su esfuerzo de poner al mundo en pos de una causa común, de esta casa de todos, que por diversos motivos hemos afectado profundamente, y leo gratamente como diversos Papas han hablado del tema, y en particular Juan XXIII a quien admiro. Considero prudente hacer una reflexión sobre su texto, que por su pasión filosófica, teológica y moral cae en generalizaciones, mostrando solo el lado negativo de los errores de algunos hombres de empresa y poder, que a sabiendas de las implicaciones, dañaron nuestra casa.

Comprendo el precepto de pobreza que profesó San Francisco, más considero que la pobreza es uno de los males que más aquejan nuestra casa y debemos buscar una manera eficiente y oportuna para reducirla. La pobreza es un enemigo común como usted bien lo menciona y donde el consumo es una de las soluciones más eficiente para reducirlas, como bien lo analiza Bill Gates en su texto “Why Inequality Matters”.

El consumo es un concepto malentendido y su texto profundizará esto. El consumo es el mecanismo de satisfacer nuestras necesidades, inclusive las espirituales, ya que los productos nos permiten tener una mejor calidad de vida, pero existen una serie de imperfecciones en el acto de la compra y consumo, que hacen que las cosas se hagan mal.

Hay dos fenómenos fundamentales en esta reflexión. El primero se refiere a la oferta, donde las empresas seguirán  haciendo nuevos productos, porque saben que por medio de la investigación y el desarrollo podrán producir más eficiente y ambientalmente, logrando mejores productos, y esto ha sido visto como obsolescencia programada y como una enorme mejora, pese a que esto ha permitido hacer productos más asequibles y masificarlos,  logrando que muchos tenga más y no lo contrario.

El segundo, se refiere a la demanda, donde las personas compran muchas cosas debido a que pueden hacerlo, gracias al éxito de algunas políticas económicas y el buen desarrollo del marketing. Muchos consideran que tener ciertas cosas no es necesario, en lo cual claramente se equivocan. Es normal que tengamos cosas que no usamos frecuentemente, porque las compramos para usos puntuales o bien porque ya tenemos un producto que satisface mejor nuestras necesidades, y por esto se ataca fácilmente la cantidad de ropa que tenemos y no usamos, pero muy poco a las grandes bibliotecas que donde acumulamos libros. 

El consumo es un acto bueno, sano y funcional, e inclusive el mejor espacio para cumplir con los derechos sociales, la ciudadanía, la democracia y para satisfacer las necesidades de las personas,  debido a la libertad e igualdad que nos otorga.

Por eso su frase y trino donde dice “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”, afirma que el consumo se relaciona con un corazón vacío lo cual no es cierto, por el contrario quienes consumen bien, logran ser seres más generosos, moderados y felices. 

Le escribo no solo para hacerle esta reflexión, sino para convocarlo a levantar una bandera en esta cruzada que ha tomado usted por nuestra casa, donde le pidamos a las empresas que eduquen a los consumidores a usar bien los productos, y a las personas a usar bien las cosas, porque el consumo ha salvado a muchos pero el consumo equivocado tiene efectos perversos.

Con mucho respeto y admiración.

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